Según nos informa el reconocido periodista Jesús Bastante, la Conferencia Episcopal Española está dividida, por causa de la actitud que algunos obispos españoles han tomado en lo que se refiere a los casos de pederastia, que se van conociendo en España. Seguramente, los obispos que optan por “dar largas” a estos casos, procurando que se conozca, de estos hechos escandalosos, lo menos posible, no quieren que se sepa con claridad lo que ha sucedido, para no dañar la buena imagen de la Iglesia. Y así, evitar o “dejar para más tarde” cualquier información que pueda perjudicar esta buena imagen de la Iglesia.
Pues bien, ante una situación como ésta, lo que se me ocurre pensar y decir es tan claro como sencillo. Los obispos que, a toda costa, quieren ocultar los comportamientos poco ejemplares de los “sucesores de los apóstoles”, demuestran (con esta conducta) que suceden a los apóstoles en el “cargo” y en el “poder”, pero no en el “ejemplo de su vida”. ¿Por qué?
Muy sencillo: en los evangelios abundan los relatos en los que se nos informa del egoísmo, la ambición, los miedos, la falta de fe, la cobardía de los apóstoles que nombró directamente Jesús el Señor. Sabemos incluso que Jesús le dijo a san Pedro que era “¡Satanás!”. Y no pasó nada. Es más, sabemos también que Pedro negó tres veces a Jesús en la pasión. Y no pasó nada. ¿Y ahora tenemos sucesores de los apóstoles que pretenden ser más intachables que los mismos apóstoles?
Conclusión: lo que más daño le hace a la Iglesia no es la vida “intachable”, sino la vida “embustera”. Lo peor, que le puede pasar a la Iglesia, es tener obispos que no soportan ser transparentes. No estoy seguro que sea esto lo que ahora está ocurriendo en la Iglesia española. Pero la gente se entera de cosas que dan pie, por lo menos, para sospecharlo o temerlo.