Salmo CXXXVIII

R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente

Señor, tú me sondeas y me conoces; 
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.

No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente

En un mundo de fe, como es el mundo de los salmos, es Dios el que interviene muy especialmente en el nacimiento de quienes nacen con la misión de salvar a los demás.

Malo es no tener fe para no ver a Dios. Malo es creerse un escogido.

Yo soy uno del montón que necesito que otros me ayuden.

“No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando”

Me produce una enorme paz saber y creer que me conocías y amabas desde antes de nacer: “Padre nuestro que estás en el cielo”

Luis Alemán Mur