Domingo Santísima Trinidad – Ciclo B

Mt 28,16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

“Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado”

Con los versículos de hoy termina Mateo su evangelio. Para Mateo queda claro que el núcleo histórico fue que después de la resurrección, Jesús se presentó a los suyos solamente en Galilea. Allí nació y desde allí subió con el Padre. A Jerusalén quiso ir a proclamar el mensaje del Padre, pero le costó la vida. Es muy claro que los cristianos tenemos nuestros orígenes en Galilea.

No se aclara el nombre del monte. Parece que era un sitio frecuentado por los discípulos.

“Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban” (Mc 16,7)

Por lo visto, el mundo siempre dudará de Jesús. No bastan ni el sepulcro vacío, ni sus heridas ni su costado abierto. Para ver a Jesús el resucitado ya es imprescindible la fe. Y una fe muy crecida si es para descubrir a Jesús en el pobre o hambriento. Con la ayuda del Espíritu del Padre es posible caer en la cuenta de que sus llagas en la mano y su corazón abierto no están en las imágenes de los altares sino en los pobres de las esquinas y barrios abandonados. Puede que la fe no triunfe hasta que zonas como Yemen desaparezcan de la tierra. Puede que el cristianismo no alcance su sentido mientras no descubra a Jesús en el hambre y desamparo de los hombres. Lo que no sea esto es solo rito y ceremonia.

“Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.

El mensaje del cristiano es el perdón mutuo.

Este evangelio recoge la costumbre convertida en rito del nuevo bautismo con la fórmula utilizada desde las primeras comunidades cristianas. Todo en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;

Los estudios filosóficos o teológicos sobre el llamado misterio de la Trinidad no pienso que hayan contribuido mucho a la fe. Y mucho menos recogida en los catecismos para niños.

Siempre que nos metemos a explicar a Dios, además de enredarnos nos alejamos.

Luis Alemán Mur