DIOS NO MURIÓ. MURIÓ JESÚS EL DE NAZARET

Juan 18,1–19,42:

Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego…

Sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: «Tengo sed.»

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido.»

E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu…

Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis.

Palabra del Señor

 

La humanidad hecha de mujeres y hombres no podía acabar bien. Demasiado egoísmo. Demasiada ambición. Demasiada ceguera. Fue imprescindible que Dios se mezclara con esta humanidad para que aprendiera a amar, a comprender la fraternidad. Por eso el proyecto de Dios hecho carne, vino a los suyos, su pueblo. Pero su pueblo no lo recibió. Y destrozaron a su mensajero: Jesús, el vecino de Nazaret.