Salmo XXXIX

R/Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor; 
él se inclinó y escuchó mi grito; 
me puso en la boca un cántico nuevo, 
un himno a nuestro Dios.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 
y, en cambio, me abriste el oído; 
no pides sacrificio expiatorio.

Entonces yo digo: «Aquí estoy 
–como está escrito en mi libro– 
para hacer tu voluntad.» 
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

He proclamado tu salvación 
ante la gran asamblea; 
no he cerrado los labios; 
Señor, tú lo sabes. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas

Toda religión primitiva. Fruto del miedo se traducía y sigue en el empeño de levantar altares donde ofrecer sacrificios. La sangre como moneda para conseguir el perdón y el favor de los dioses.

Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

Tu ley es ayudar a los demás: con mi túnica, con mis medios, con mi corazón.

Aquí estoy

Bella oración diaria al amanecer

Luis Alemán Mur