Domingo 30º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Mateo 22,34-40:
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor

“Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba”

Ya le habían preguntado sobre qué dinero es mejor en el reino que anuncia; hoy le preguntan sobre la Ley; más tarde le preguntaran sobre el Templo. Dinero, Ley, Templo: los pilares del judaísmo. Toda la teología del judaísmo se concentraba en la Ley. Diferentes rabinos creaban escuelas sobre el entendimiento de las leyes. El judaísmo tenía 613 principios legales y éticos contenidos en la Torá a los que se llama “Ley de Moisés”. Tanto en el Dt 6,5 como en el Lev 19,18 se puede encontrar la respuesta a la pregunta de los fariseos. Incluso afirman que el segundo mandamientos sobre el amor al prójimo es semejante al primero de amar a Dios sobre todo. Sin embargo esta semejanza del amor de Dios y el prójimo nunca fue comprendida ni aceptada.

“Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”.

Si ofrezco mi experiencia personal, afirmo que: me considero cristiano, de una formación teológica de nivel alto y a estas alturas de mi vieja vida caigo en la cuenta de que nunca puse al prójimo al nivel de Dios. Y en consecuencia, mi lucha por entender a Dios ha debido ser muy inútil, ¿cómo es posible que un cristiano intente entender algo de Dios o amar a Dios al que no ve, sin entender y amar al hermano con el que convive? ¿Quién nos enseñó ese presunto cristianismo? Esta licenciatura solo se aprende con la práctica. “Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”

Elevar al hombre al nivel de Dios, esta es la asombrosa “herejía” del cristianismo que el mismo Jesús de Nazaret tuvo que aprender. Él era un judío como el resto de su pueblo, fanático por su religión y por su tradición. Con la dureza de Juan su maestro. Obsesionado por la difícil misión del arrepentimiento de las masas para pensar sólo en el Iahvé olvidado. Empezó a recorrer aldeas y pueblos como hacen aún los sacerdotes de hoy en tiempos de cuaresma: ¡que todos se confiesen y se vuelvan a Dios!

En los evangelios se recogen diversas intervenciones del Espíritu que además de enseñarle, modifican su misión. Su finalidad no es solo ayudar al pueblo de Israel. Es la humanidad entera esté donde esté. No se trata de salvar a Iahvé sino de salvar todo lo humano.

También padecemos hoy algunos tábanos, como aquellos sabios fariseos, que pretenden sorprender a un tal Francisco queriendo aparecer en público como los más conocedores de los secretos teológicos.

Luis Alemán Mur.