Salmo XCIV.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá

Así llamaron a aquel lugar en el que los israelitas se quejaban por las incertidumbres y penas del largo desierto. Gritaban «¿Está Yahvé en medio de nosotros, o no
(Éxodo17,7)

Luis Alemán Mur