Frase evangélica: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón»

1. En el evangelio de este domingo, Jesús emplea cinco veces la palabra «Padre» en relación consigo mismo, que se reconoce como Hijo. La oración de bendición que hace Jesús supera todas las oraciones de los libros de la «sabiduría», ya que Él sólo puede afirmar que Dios ha escondido «estas cosas» -el misterio del reino y del propio Jesús- a los sabios y las ha revelado a los sencillos. Jesús manifiesta su alegría y alaba a Dios por la experiencia de la gente sencilla. La fe es un don de Dios, y para alcanzarlo hay que vaciarse y hacerse sencillo.

2. Los cristianos deben confesar, alabar y reconocer la obra de Dios que practica Jesús: salvar a los pobres, despreciados por los poderosos. Dicho de otro modo: las escuelas rabínicas desconocen lo que experimentan y conocen los sencillos. Pero el Dios de Jesús es el Dios de la gente sencilla, a la que el mismo Dios comunica su sabiduría. Los saberes de este mundo no coinciden a veces con el conocimiento de Dios.

3. A los «cansados y agobiados» por el peso de la vida y el legalismo fariseo les alivia Jesús, que es dulce con los hombres y humilde de corazón con Dios. Este descanso anticipa el descanso escatológico. Cargar con el yugo de Jesús es seguirle y aprender de El. La fe ayuda a dar sentido a la vida y a soportar muchos sufrimientos, siempre que rezume sabiduría de Dios.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cómo experimentamos el «yugo» de ser cristianos?

¿En quién descansamos de nuestros agobios y fatigas?