Domingo 14º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Mateo 11,25-30:

En aquel tiempo, exclamó Jesús 25y 26: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor”.
27: Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

El evangelio de Mateo se escribe después del de Marcos (años 70), seguro en Antioquía de Siria. El escritor tuvo que buscar como haría Lucas en todas las fuentes o escritos que guardaban palabras y hechos de Jesús. La que más utilizó Mateo fue la misma que Lucas, la que hoy llamamos fuente Q. De ella copiaron las palabras más cercanas a Jesús. A esa fuente pertenecen los versículos 25 y 26:

“Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor”.

Jesús ha sido elegido como agente mesiánico del Padre. Y del Padre ha recibido la gran revelación para salvar su reino:

Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Es difícil precisar el significado de “hijo” sobre todo dicho por Jesús o dicho por los evangelistas que escriben después de conocer o vivir a Jesús resucitado. Pero sí parece cierto que el Maestro hablaba del reino y del Padre con plenos conocimientos y de que se sentía el auténtico mensajero escogido.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso

¡Lástima que la mayoría de homilías se conviertan en sermones largos y pesados!

Luis Alemán Mur