Domingo 13º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Mateo 10,37-42:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

Palabra del Señor

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí;

El verbo que aquí se traduce por “quiere” a su padre, puede significar “preferir” o incluso “odiar”. Alguna vez alguien lo traduce por odiar a su padre. Tremendo error cuando en el evangelio no se puede odiar ni a los enemigos.

Uno de los problemas más grave con la Biblia en general es traducir un libro escrito en tiempos antiguos en idiomas y culturas muy distintos a los nuestros. Llegar a saber lo que realmente dijo Jesús, a veces es difícil. En este caso de hoy, nos alegramos en comprobar que la traducción escogida por la Conferencia episcopal es la más acertada.

Quien pone delante de Dios aunque sea a su familia, no ha comprendido ni a Dios ni a Jesús. Han pasado muchos siglos desde que Jesús dijo esto y comprobamos que hay muchos cristianos que dan hasta su vida para demostrar a todos su fe y que Dios o Jesús es lo primero

El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí.

Hay una evidencia que a veces olvidamos. El mero hecho de vivir, siempre fue una cruz. Aceptar simplemente la vida, ya para muchos es un calvario. Cogerla a cuestas supone ya a veces la subida a un Gólgota. Incluso al que cuentan con riquezas no está libre de tantos tormentos interiores que prefieren morir, y arrojan su cruz. Para vivir simplemente se necesita mucho cuajo o mucha fe. Y si es cristiano necesita mucha fe, mucha esperanza y amor.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos.

Estos “pobrecillos” vienen de Siria, de África. Porque todos son hijos de un mismo Padre. Vienen a Europa porque han oído que somos cristianos

Luis Alemán Mur