“La Iglesia que no es cercana, no es Iglesia. Es una buena ONG”

El Papa Francisco: “No veo la TV; Dios me lo pidió e hice esa promesa”

Francisco: “No estoy haciendo ninguna revolución. Estoy tratando de que el Evangelio vaya adelante”

La condición de “Papa callejero” de la que hace gala y se vanagloria en tantas ocasiones, le facilita el encuentro con las demás personas


Entrevista con el Papa Francisco

Como tanto en su manera de ser, de comportarse y de hablar, el papa Francisco resulta ser ciertamente “antológico”, aprovecho la sana, santa y eficaz ocasión facilitada por el director de “El País”, en reciente entrevista, para destacar algunas frases de su florilegio pontificio.

“El peor mal que hay en la Iglesia es el clericalismo; cuando el pastor se convierte en funcionario…” Muchos creyeron, creen y creerán que el verdadero mal era, y es, precisamente el anticlericalismo. Es decir, la negación y condena del afán, rubricado por multitud de testimonios, de que la Iglesia- Iglesia habría de tornarse burocráticamente presente y activa en instituciones, obras, partidos políticos, escuelas y entidades bancarias, siempre, y vestidos sus miembros con sotanas, hábitos y trajes talares, y con signos que se apostillen “cristianos”. “Pastorear” es oficio y ministerio evangélico y evangelizador. Y es gratuito. Dios y el “César” reclaman adoradores distintos. Su mezcla -amalgama- es, de por sí, indecente y ofensiva, además de causar perversión en los planes de Dios.

“La Iglesia que no es cercana, no es Iglesia. Es una buena ONG”. Y es que la cercanía -la “encarnación”- en los otros -en el “Otro”- con todas sus consecuencias y compromisos, humanos y divinos, es su definición, en conformidad con la teología, la liturgia y los cánones, y pese a que unas y otras disciplinas, asignaturas o ciencias contribuyan negativamente en este ministerio y tarea. Por poner un ejemplo, los símbolos, los ritos y las ceremonias hoy “litúrgicos”, hacen lejanas, pasada, ausente y remota a la Iglesia. Cristo- Iglesia e inaccesibilidad, jamás se coordinarán salvadoramente entre sí.

“En el centro del sistema económico está el dios dinero y no el hombre y la mujer…” Se trata de un diagnóstico certero, que explica tantas situaciones de paganía y decrepitud ético social, que determinan y glosan la realidad de nuestro mundo en el que, por supuesto y desgraciadamente, no habrá de sentirse ajena la institución eclesiástica. La pobreza -los pobres- son y hacen Iglesia. Pero ocurre que, por teológico y pastoral que sea y se considere este principio, la Iglesia, y más en sus esferas jerárquicas, -salvo raras excepciones-, adolece de credibilidad en su ejecución y puesta en práctica.

Por lo que respecta a la mujer, que aparece en la cita pontificia, el drama es tan desoladoramente real como vergonzoso, tal y como el mismo papa Francisco reconoce en otro de los apartados de su florilegio, reseñado en estas palabras: “La esclavitud de la mujer es una de las cosas más desastrosas que suceden, y se siguen registrando, en la actualidad”. El número y las circunstancias de las muertes de mujeres, a manos de parejas, exparejas o aspirantes a parejas, configuran un listado de nombres a punto de superar, en malos tratos y en derramamiento de sangre, la misteriosa letanía de los martirologios… La discriminación de la mujer, siempre a favor del varón, dentro de la misma Iglesia, y por su propia constitución, es ya acicate y justificación más que suficientes para que ellas -y ellos- tomen medidas más radicales, audaces y reformadoras.

“En la Iglesia hay santos, decentes y corruptos…, pero me preocupa más una Iglesia anestesiada por la mundanidad y la lejanía de los problemas de la gente…” Sí, Papa Francisco, intentar vivir ya en otro -en el otro-, mundo, y no hacerlo en este, con sus gozos, tristezas y esperanzas -propias y ajenas- es una acongojante, inútil e irreligiosa desgracia. Es anticristiano. La condición de “Papa callejero” de la que hace gala y se vanagloria en tantas ocasiones, le facilita el encuentro con las demás personas -COMUNIÓN- , que es la síntesis de la Iglesia.

Si me piden un consejo especial para los españoles, les digo, y les repetiré: Que dialoguen entre sí”. Agradecido a su consejo, pero previo el reconocimiento penitencial de que ni en las escuelas, ni en las familias, ni en la Iglesia se nos educó jamás para el entendimiento, el diálogo y el encuentro, y sí, y con multitud de razonamientos “religiosos”, para el desencuentro, las cruzadas, las defensas, condenas y ofensas entre unos y otros, con predilección e indulgencias, cuando se trataba de “los enemigos de Dios y de la Patria”.

Gracias por el testimonio pontificio de “no ver la televisión, dado que Dios me lo pidió un día del año 1990, que fue cuando efectué tal promesa…” No obstante, la televisión es, o puede ser, un auténtico don de Dios. Depende de multitud de factores y de los botones, teclas o artilugios de los que se haga uso para encenderla, apagarla o cambiar de canal. Creo que Jesús, San Pablo, los apóstoles en general y algunos santos -aunque tal vez no san Francisco-, hubieran hecho uso de este medio de evangelización. Hay retransmisiones de partidos de fútbol, que probablemente serían de su agrado bonaerense. También lo serían alguna que otra -pocas- programaciones “religiosas”. Hoy por hoy, la que en España es conocida como la “13-TV” cadena propiedad de la Conferencia Episcopal, apenas si es recomendable, al menos si se tienen en cuenta sus índices oficiales de audiencia…