Domingo 4º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

 

Mateo 5,1-12a:

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

Palabra del Señor

“Subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos”

Se suele decir que Mateo fue un docto rabino de sólida formación judía. Cuando escribe esta importantísima proclamación de Jesús está recordando a Moisés en el Sinaí, proclamando la Ley judaica del Antiguo Testamento. Ahora es Jesús el que, a imitación de Mosisés, sube a una montaña (sin nombre) para cambiar la mente de la religiosidad del pueblo. Tanto Mateo como Lc 6,20-23 copian del documento más antiguo galileo conocido por documento Q. “Está dirigido a todo el pueblo humillado y a los profetas misioneros perseguidos” (Senén). Es, también una proclama de liberación. Liberación que culminará con la llegada del reino de Dios.

 

«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

Esto es seguir a Jesús. Esto es el cristianismo. Este es el evangelio. Esto es muy difícil anunciarlo desde nuestras vidas, desde lo que llamamos “Iglesia” y desde el Vaticano, desde una liturgia ampulosa o con vestimenta principesca y del medievo. ¡Que vuelva el Espíritu! ¡Que se haga presente Jesús!

Luis Alemán Mur