Dios inmediato (Editorial Trotta).

El autor: Eugen Drevermann Nace en 1940 en Bergkamen (Alemania). Estudia Filosofía y Teología en Münster y Paderborn, y Psicoanálisis en Gotinga. Hasta 1991 es catedrático de Teología sistemática en la Facultad de Filosofía y Teología de Paderborn donde al mismo tiempo trabajó cono sacerdote en una parroquia.

Formado en las escuelas de Kierkegaard, Dostoievski, Sartre, Freud y Jung, se dedica desde entonces a su trabajo como psicoterapeuta, al estudio, a escribir y a impartir conferencias. Con más de 50 libros editados y más de un millón de ejemplares vendidos, el autor ha sabido mantener un estilo de vida modesto. Eugen Drewermann es pacifista y ecologista convencido.


“En la medida en que me esfuerzo por considerar la historia en sus dimensiones reales, estoy subrayando cómo nuestras visiones religiosas particulares exigen ser comprendidas a partir de su propia cultura y de su contexto espacio-temporal. Por eso me parece capital recordar que es imposible tratar cuestiones actuales de orden religioso basándose en ciertas informaciones presuntamente históricas. Se trata de un problema que ya planteó el existencialismo. También aquí me distancio de la posición de numerosos colegas, en la medida en que siempre me pareció que la Biblia debía ser leída de una forma históricamente “crítica”. Entonces se ve como numerosos pasajes considerados más determinantes, en el Nuevo Testamento sobre todo, no pueden ser entendidos de una manera “histórica”, aunque sí contienen imágenes o símbolos muy antiguos utilizados por los hombres. Sobre este punto particular, la mayoría de los teólogos cultivan lo que llamaría una zona gris de deshonestidad y de ambigüedad. Para referirme a un ejemplo claro, la Navidad no habría que entenderla en un plano propiamente histórico. Sería honrado admitir que Jesús no nació en Belén; que su madre no era virgen en el sentido biológico del término; que ningún mago oriental peregrinó hasta el portal, que ninguna estrella se paró encima del portal; que Herodes no decidió la matanza de los inocentes de Belén, y que los ángeles no cantaron ni los pastores le adoraron todo eso es leyenda.

Al saberlo, muchos creerán que el cristianismo en su conjunto es erróneo. Por mi parte, en cambio, creo que es decisivo saber que, en sí mismas, estas imágenes tienen un sentido y un contenido que denotan una profunda confesión, como si de un poema se tratase. Son ellas, en efecto, las que nos enseñan de verdad lo que representa en el fondo la persona de Jesús. De ahí mi preocupación para que el mito vuelva a tener su sitio y su significado. La Biblia, en sus pasajes decisivos, nos transmite, en efecto, las verdades últimas sólo con una forma de expresión “mítica”.

Y entonces llegan algunos teólogos y me reprochan no tomar en serio la historia. ¿Significa no tomar en serio la historia si afirmo que la Biblia relata ciertas experiencias decisivas al estilo de un poeta y no de un periodista? Sólo de esa forma es posible que surja algo a lo que tengan acceso los hombres de todos los tiempos. Shakespeare todavía puede ser leído hoy, mientras que un comunicado de la Corte de la reina Isabel sólo interesaría a algunos especialistas del siglo XVI. Ahí reside la diferencia. Me gustaría que el Libro d los libros no fuese coto privado de los especialistas de la historia de Oriente”.