La práctica por excelencia que identifica a los católicos es la misa dominical. Más que el bautismo o el rito matrimonial. Lo católico de un país, se mide por el número de asistentes a misa. Se les llama católicos practicantes. 

El abandono de la Iglesia, con ira o sin ira, coincide con el abandono de la Misa. En la mayoría de los casos, la asistencia a misa se deja por aburrimiento. Cuando niños, se nos dijo que a partir de la primera comunión era obligado ir a misa los domingos y fiestas de guardar. Era precepto eclesial. Pero un precepto nunca es razón suficiente para pertenecer a un club y menos a una iglesia. La autoridad eclesial no tiene fuerza suficiente para tener que soportar una costumbre aburrida, ininteligible y sin rentabilidad alguna. La creación de un pecado mortal, la amenaza con un infierno eterno, la excomunión etc. se han demostrado inoperantes para conducir a seres libres. La autoridad eclesiástica, desde la creación de la Monarquía Papal, interpretó mal la parábola evangélica al creer que los cristianos eran ovejas conducidas por el Pastor.  

Ya hace tiempo que las masas de ovejas abandonan por aburrimiento. Los capataces no saben qué inventar para entretener o retener. En general, la administración de los sacramentos, el clero, y lo parroquial repele, o no atrae al gran público. Los jefes se alarman y hablan de descristianización o paganización: ¡España tierra de misión! 

Bueno, pues la primera causa de esa fuga lenta, constante son las misas. La misa ha ido perdiendo comprensión y significado para los que se van, para los que se quedan y para el mismísimo clero que “las hace”. Si se hurga un poco en la teología o en la historia que fue fabricando la misa de hoy, se llega a la conclusión de que ni el clero sabe lo qué es la misa ni el porqué de lo que en ellas se hace. El lenguaje que utilizamos es fiel exponente de la ignorancia dominante. 

¿Es la misa el Santo sacrificio? ¿Asistimos a la misa? ¿Oímos misa? ¿El cura
celebra la misa?

El que preside la misa ¿representa a Jesús o a la Comunidad? Sus oraciones ¿van dirigidas a Cristo resucitado o al Padre? 

Cada siglo, o mejor cada época de la historia volcó en la misa sus modos de pensar. Maduraron los modos de pensar, pero el rito quedó. El resultado es una misa ensalada de teologías hechas rito y gestos. Quizá en su tiempo tuvieron sentido. Hoy es indigerible. Pongamos un ejemplo superficial, pero real: En Roma muere un querido obispo. Al día siguiente se menciona su nombre la celebración. Después se alarga durante nueve días. Al final el recuerdo de los difuntos, se queda como enquistado Y nada menos que en el Canon. Hoy en día se enumeran los muertos cuyos parientes pagan por la misa. 

Es sólo un ejemplito casi a modo de chiste. Pero y el ofertorio tiene una historia larga al considerarlo como una “oblación” al Dios, similar a la “oblación” del Canon en el que la humanidad ofrece al Padre y da gracias por nuestro hermano Jesús. 

El final es que hoy día no sabemos a qué vamos, ni qué se cocina en ese ¿altar? ¿mesa?, ni qué significa comer el pan ni por qué no nos dan a beber de la copa. 

En cambio nos largan un sermón al que llaman homilía en la que el cura demuestra, con frecuencia, que no estudió ni mediamente el significado bíblico de lo que ha leído. No interesa ni lo que dice ni el lenguaje que utiliza. Todo es repetitivo, huele a viejo, sin vida. 

El pueblo se aburre y no vuelve. Y es que hay que echarle mucha fe y mucha humildad para volver. Yo vuelvo porque me ha quedado la necesidad de rezar el Padre nuestro con el pueblo, sentirme hermano, y que me den la mano. Aunque no conozca nadie. Cuando me dan mi pan, me gusta sentarme y mirar el rostro de los que vuelven en fila. 

Cualquier reforma de la iglesia de Jesús, tendrá que empezar o terminar por restudiar la mesa del Señor.

Luis Alemán Mur