Salmo XCIV 

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis vuestro corazón» 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

No siempre es dureza de corazón. ¡Es que la vida es muy dura!

«No endurezcáis el corazón como en Meribá, Como el día de Masa en el desierto;

Como el día de la “riña” (“meribá”) de los israelitas con Moisés, en el desierto, exigiéndole agua para beber. Y tentaron al SEÑOR, diciendo: “¿Está el SEÑOR entre nosotros o no?”

¡Cuántas veces nos quéjanos como los israelitas:  “¿Está el SEÑOR entre nosotros o no?”

Luis Alemán Mur