Salmo XXXIX
R/. Señor, date prisa en socorrerme
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito
Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes. R/.
Dios mío, no tardes.
Para muchos, la vida es dura. Tu lo sabes Hay mucho pobre y desgraciado, Hay muchos los que esperamos Con ansia tu auxilio y liberación Pero confiamos que vengas a levantarnos de la charca ¡No tardes!Luis Alemán Mur