20º del Tiempo Ordinario – Ciclo C

Evangelio según san Lucas 12,49-53.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

“He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”

Pues sí. Yo lo creo. Y además creo que fueron palabras dichas por Jesús según las más antiguas fuentes de los evangelios. El choque entre la sociedad social de Israel vivida por Jesús y la anunciada por Jesús (reino de Dios), aquello tenía que estallar y estallará en cualquier parte del mundo cuando llegue el mensaje de Jesús, como estalla ahora en el Vaticano al confrontar los modos de Jesús con los modos cardenalicios heredados de siglos. Reformar la Iglesia trae consigo tensiones: “¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”Desde las sombras, cardenales como Müller o Sarah siembran temor” “¿Aumenta el tono opositor al Papa?”

Da la impresión de que el fuego del Espíritu, incendia los rastrojos almacenados y las higueras sin higos.

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

¡Escandaloso! Rompe la musiquilla de nuestras homilías dominicales. Cuando el cura no ha estudiado el evangelio o no sabe qué decir, habla del amor mutuo. La realidad social grita a nuestro alrededor. Allí donde hay unas familias naturales, religiosas, de clausura o de calle, de hombres o mujeres o mistas se producen odios, envídielas, guerras solapadas o declaradas. Es decir, un cristianismo institucional de cascarilla. Los cristianos somos, con frecuencia, maestros en la mentira o en los teatrillos. Nuestra visa real no se corresponde con la realidad vivida. La sociedad se da cuenta y huye de Papas, cardenales, obispos y fieles.

El cristianismo no adolece de dogmas sino de vida. El mundo no nos despreciará por ser pecadores sino por ser mentirosos. El mundo no está sediento de “dogmas”, sino de vida. Jesús no vino a traer paz sino fuego para que caigan las fachadas falsas.

Luis Alemán Mur