Salmo CXXXVII
R/. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario.
Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio
No abandones la obra de tus manos.
Luis Alemán Mur