Todos los “católicos” son “cristianos”. Pero no todos los “cristianos” son “católicos”. Esto es de sobra conocido. O sea, hay más cristianos que católicos, ya que los protestantes, los ortodoxos, etc, creen en Cristo, pero no pertenecen a la Iglesia Católica. Esto es así, si hablamos de confesiones religiosas. Es decir, si planteamos este asunto desde la religión. Pero, ¿y si lo planteamos desde el Evangelio? Digo esto porque pienso que, con todo derecho, se puede decir. Y conste que el excelente artículo de Jesús Bastante sobre “El disputado voto del señor católico” me ha parecido magnífico. Y muy oportuno en este momento. Lo que ocurre es que, al leer la reflexión de Bastante, eso me ha dado pie para pensar y preguntarme si se puede asegurar tranquilamente que, así como el “católico” es el que acepta y toma en serio lo de la Iglesia, con la misma seguridad se puede afirmar que acepta y toma igualmente en serio lo del Evangelio.

    Pues bien, yo me planteo esta cuestión porque lo más claro – y lo primero – que veo en todo este asunto es que quien no acepta y toma en serio el Evangelio es la Iglesia. En sus creencias y en sus ceremoniales, por supuesto: lo más importante es el Evangelio. Pero no olvidemos que el Evangelio no se reduce a creencias y ceremonias. Lo central del Evangelio es la forma de vivir. Jesús lo dijo así de todas las formas posibles. Y lo repitió machaconamente. Por eso yo me pregunto, tantas veces, si la gente ve a Jesús presente en la Iglesia. Me pregunto, por eso, si mi forma de vivir evoca y expresa la presencia de Jesús. Me pregunto constantemente si se nota y se palpa que donde hay cristianos, donde hay católicos, donde hay obispos, curas y monjas, se tiene enseguida la impresión de algo que nos evoca que lo del Evangelio es verdad, que por ahí tiene que estar la solución, que en eso se nos abre un horizonte de esperanza. Sencillamente, lo que pasaba (según cuentan los evangelios) cuando Jesús andaba por el mundo.

    Termino con una pregunta ingenua, sencilla, elemental: ¿tiene todo esto algo que ver con lo que hemos visto y vivido en la campaña electoral? No sé si es un disparate asegurar que hemos conseguido una cosa muy extraña: en un país donde hay que andarse con cuidado si se toca el tema de la religión, se ve como una cosa que no viene a cuento, si alguien se pregunta por la presencia del Evangelio en este país.