Domingo 14º del Tiempo Ordinario – Ciclo C

Evangelio según Lucas 10,1-12.17-20

En aquel tiempo,
designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.” Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.» Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»

Historia de este episodio. Procede de la fuente más próxima al Jesús histórico (documento Q) y de Marcos. En ellos se funda Lucas. Algunos teólogos, al principio del siglo XX no reconocían aún el documento Q y, además, seguían creyendo que el primer evangelio no era Marcos sino Mateo (v.g. Albert Schweitzer 1875–1965) y que este episodio era literalmente histórico. Esto llevó a unas conclusiones distintas y erróneas como las de creer que Jesús cuando envió a sus discípulos, actuaba dominado por el fanatismo escatológico de la religiosidad judía. Con aquel plan misionero se preparaba la irrupción del Hijo del Hombre. Incluso para Jesús, aquella despedida misional era como un adiós. La vuelta del viaje supuso para Jesús la constatación de un fracaso, y para Schweitzer un desconcierto entre la divinidad y la humanidad en Jesús. Al fracasar en su cristología, dedicó su vida a curar los enfermos en África.

“Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante”

Entender mal los evangelios, nos puede llevar a grandes desenfoques. En lo que no falló Albert fue en su entrega a los demás. Y Jesús los mandó no como misioneros del final de los tiempos, ni de un cataclismo, sino para enseñar el modo de convivencia de los hombres en el próximo reino del Padre.

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! “Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz
descansará sobre ellos vuestra paz

Son enviados de paz. “Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” “Curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

Esta es la visión que Jesús tiene del reino del Padre: Paz y salud, una vida nueva. Tener la valentía de pertenecer al reino de Dios, no es cuestión de teologías. Es amar y cuidar de los demás

Luis Alemán Mur