Salmo XV,
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Señor, eres el lote de mi heredad
Repartieron la tierra prometida y conquistada en lotes y los echaban en una copa el lote de las suertes. Unos lotes con más viñedos, otros con más olivos. Unos con más agua, otros con más secanos.
El creyente miró al cielo y dijo al Señor: «Tú eres mi bien.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano
Señor, tu eres el lote de mi heredad
Señor, eres el lote de mi heredad
Luis Alemán Mur