Salmo XV,

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

 

Señor, eres el lote de mi heredad

Repartieron la tierra prometida y conquistada en lotes y los echaban en una copa el lote de las suertes. Unos lotes con más viñedos, otros con más olivos. Unos con más agua, otros con más secanos.

El creyente miró al cielo y dijo al Señor: «Tú eres mi bien.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano
Señor, tu eres el lote de mi heredad

La Tierra está mal repartida, Señor. África, Europa. Los niños de las moscas en el rostro se mueren en silencio
Las quejas desde Europa son crueles.
Miro al Cielo y digo:

Señor, eres el lote de mi heredad

Luis Alemán Mur