Domingo 5º de cuaresma. Evangelio
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
– «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
– «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó:- «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó:- «Ninguno, Señor». Jesús dijo:- «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor
“Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo”
La historia que se narra hoy tan leída y citada, y que tan decisiva ha sido para comprender a Jesús, ocurre después de pasar una noche en el monte de los Olivos. Jesús vive en medio del pueblo, pero necesita silencio y soledad para saber del Padre
“Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:-“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”.
Los teólogos y la secta de cumplidores enfrentan a Jesús nada menos que con Moisés (el judaísmo y el cristianismo). En medio, la humanidad pecadora. “Tú, ¿qué dices?”. Hoy ya no es solo la mujer. Hoy está en el centro, la Iglesia cogida en adulterio con su clero alto y bajo. Y los santones o los ateos que gritan (o gritamos) a Roma pidiendo piedras o sangre.
“El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.
La humanidad necesita piedad con la humanidad. Ni siquiera tenemos derecho a lanzar piedras a los bárbaros musulmanes que siguen sacrificando a mujeres, hombres y niños. Basta repasar en la historia, la que hicimos unos y otros. Se nos caerán las piedras de las manos. ¡Humildad, humildad; piedad, piedad con la mujer y con el hombre! La sociedad fue víctima de tantas religiones que sacrificaron a hombres y niños en nombre de los “Moisés” y dioses de templos.
Hoy en España, una legión de escribas y fariseos recorre las ciudades hurgando municipios, examinando ordenadores y documentos. Una multitud de adúlteros políticos son arrastrados a la plaza pública donde les esperan fiscales y jueces. El pueblo apila las piedras. “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. La justicia y el odio pueden caminar juntos. Se ha roto la paz en los tribunales, en el parlamento y en las calles. Y en algunas emisoras de TV. o radio, en vez de palabras lanzan piedras.
“Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio”.
¿Cuándo llegará la hora en la que nos dejen, a la humanidad abatida, ante Jesús?
¿Cuándo llegará ese atardecer en el que escribas y fariseos dejen de inspeccionar los hogares en busca de adulterios?
Los viejos tenemos memoria. Llevamos cicatrices. A algunos de nuestros padres los destrozaron los hombres de Franco. Incluso a nosotros, nos persiguieron los escribas y fariseos de Franco. La paz que tengo hoy me la dio Jesús el de Nazaret. Pero temo por mis hijos y nietos. Ya no temo a Franco. Ahora los escribas y fariseos son más jóvenes, pero llenan de piedras sus bolsillos.
Luis Alemán Mur
