Evangelio Lucas 9,28b-36

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Palabra del Señor

“Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar”.

Israel es un pueblo muy consciente de su historia. Su historia presiona su presente llenándolo de nostalgia, de orgullo y de sueños de futuros. El pueblo que sigue a Jesús y los evangelistas, lo ven como el cumplimiento de las promesas. Es difícil entender el mensaje de Jesús y su muerte en Jerusalén si no se conoce la historia de Israel. En esa historia brilla un hecho dominante: Iahvé se manifestó en el monte Sinaí.

“Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén”.

El recuerdo del Sinaí influye en las tradiciones de creyentes. Los evangelistas son ya de la tercera o cuarta generación. La Ley y los Profetas son los pilares de la fe israelí y Moisés y Elías son los padres del pueblo que cree y espera. En el monte nuevo vienen a testificar a favor de Jesús el galileo

“Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él”.
Dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. “Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto”

Bellísima escena, fruto de la exquisita pluma de Lucas. Un evangelista que invirtió mucho tiempo y trabajo en ponerse en contacto con las tradiciones que pasaban de generación en generación para dejarnos la fe en Jesús, confirmado por el Cielo y la historia de Israel.

Luis Alemán Mur