La Iglesia pide perdón y misericordia

Desde la altura o profundidades de la vejez me resulta pretensioso el catecismo católico en el que nací, crecí y sufrí. Este convencimiento ha crecido en la misma medida en la que he ido conociendo con cierta seriedad la verdad histórica de Jesús el de Galilea dedicado a anunciar el reino del Padre.

Descubro tanta diferencia entre el reino anunciado por Jesús y el catecismo divulgado por la llamada Institución católica que me asombra cómo podamos seguir aferrados y acogidos los católicos a la Santa Madre Iglesia. Yo al menos seguiré cobijado bajo este inmenso paraguas. Entre otras razones porque fuera de él, llueve mucho, hace más frio o quema el sol.

Esto no quiere decir que dentro del paraguas no huela mal.

Este buen papa Francisco, que por lo visto nos mandó el Espíritu, acaba de anunciar el año de la misericordia. A mí me suena a arrepentimiento de la Iglesia. No a que la iglesia sea buena con los fieles creyentes o con el mundo pecador sino más bien a que el olor dentro de la iglesia ha resultado tan insoportable que se pone de rodillas ante el mundo y pide perdón y misericordia.

Un signo de este mal olor ha sido la peste del Vaticano. El Vaticano estaba podrido con sus “príncipes” sus funcionarios y sus Bancos. Los siglos amontonaron demasiada basura y demasiada hipocresía. La mayoría de los señores pontífices trataron de tapar la mierda con encíclicas para intelectuales.

Otro signo de mal olor es el que surge del dolor de los humanos de buen corazón a quien se les trituró no en nombre de aquel Jesús el galileo que predicaba el reino del Padre sino en nombre de unas instituciones elaboradas por unos clérigos descendientes del Antiguo Testamento, o importados del paganismo, pero nunca de Galilea. Esta clerecía cometió la arrogancia o el error de presentarse, desde los primeros siglos, como herederos del Galileo.

Luis Alemán Mur