El autor francés durante una conferencia en 2010. Getty Images

Houellebecq visitó el futuro para vaticinar una guerra civil religiosa

La Francia que imaginó el autor en las páginas de su novela Sumisión se ha confirmado en la vida real.

 

PEIO H. RIAÑO @peiohr

Recogido del http://www.elespanol.com/

Es difícil creer en Sumisión (Anagrama) como novela cuando la realidad confirma todas las páginas de la imaginación del escritor francés Michel Houellebecq. El 7 de enero de 2015 anuló la presentación en público del libro: dos fundamentalistas mataban a 12 personas de la revista Charlie Hebdo en la redacción. Entre ellos, su amigo Bernard Maris. Desde entonces al autor le escoltan dos policías. Son las consecuencias de imaginar -a partir de hechos reales- una Francia al borde de la guerra civil y una sociedad presa del miedo. Son los frutos de recrear una Europa que se deshizo de la religión para abrazarse al patriotismo para acabar, de nuevo, arropándose con la religión.

“¿Piensa realmente que quieren provocar una guerra civil?”. “No cabe la menor duda”. A un lado los musulmanes, a otro el “bloque identitario”, que como apunta uno de los personajes de la última novela de Houellebecq “es cualquier cosa menos un bloque”. Está dividido en múltiples facciones que se entienden mal y se llevan peor: católicos, solidaristas ligados a la tercera vía, realistas, neopaganos, laicos puros y duros procedentes de la extrema izquierda… Hasta que llegaron los “Indígenas Europeos”. Éstos transmitieron un mensaje claro: “Somos los indígenas de Europa, los primeros ocupantes de esta tierra, y rechazamos la colonización musulmana; rechazamos igualmente las empresas norteamericanas y la compra de nuestro patrimonio por los nuevos capitalistas llegados de la India, China, etcétera”.

En el corazón del enfrentamiento se encuentra el rechazo hacia los musulmanes compartido en todos los países europeos. Pero Francia es un caso muy particular… “debido a su ejército”. “El ejército francés sigue siendo uno de los primeros ejércitos del mundo, todos los sucesivos gobiernos han mantenido esa política incluso a pesar de los recortes presupuestarios; por ello ningún movimiento insurreccional puede vencer si el gobierno decide ordenar la intervención del ejército”.

El escritor avisa de la fuerza del Frente Nacional y descubre la fuente principal de votos de Marie Le Pen: cualquier imagen de violencia urbana supone multiplicar votos de la extrema derecha. Los atentados han llegado a la ciudad de París, hay tiros y explosiones, los medios de comunicación no cuentan todo lo que está sucediendo.

François, el protagonista de la novela, se entrega al islam porque es la única religión que acepta el mundo tal como es. Seguimos al personaje en su camino religioso y oímos explicaciones que hacen de la novela el reflejo de una sociedad cosida por el dolor y la indignación, determinantes en la recreación de la violencia total y la marginación extrema. La religión se vuelve un arma de destrucción masiva y enfrentamiento universal.

Explica el personaje que el humanismo ateo está condenado a corto plazo, pues el porcentaje de la población monoteísta está destinado a aumentar rápidamente. Es el caso de la población musulmana. “Para los identitarios europeos está claro que, tarde o temprano estallará necesariamente una guerra civil entre los musulmanes y el resto de la población. Concluyen que si quieren tener alguna posibilidad de ganar esa guerra es mejor que estalle cuanto antes, en cualquier caso antes de 2050 y, preferentemente, mucho antes”.

La imaginación de Houellebecq vuela hasta 2017, momento en el que François Hollande es reelegido, a pesar de que Francia se ha movido a la derecha. El Partido Socialista ha logrado impulsar al Frente Nacional de Marine Le Pen para acabar con el centroderecha. El resultado sigue siendo demasiado real: empobrecimiento de la población, descreimiento en los medios y en la política. Imagina el autor cómo será el final del presidente, después de “dos calamitosos quinquenios”. “Cuando, en las escaleras de entrada al Elíseo, delante de una decena escasa de periodistas, se presentó como ‘el último baluarte del orden republicano’, hubo algunas risas, breves pero muy perceptibles”. Está acabado y en su lugar toma el poder Mohammed Ben Abbes.

Hasta los extremistas musulmanes desean en el fondo la victoria de Ben Abbes. “No creen en ella, piensan que el único camino es la yihad, pero no tratarán de evitarla. Y ocurre exactamente lo mismo en lo que respecta al Frente Nacional y a los identitarios. Para los identitarios, la única verdadera vía es la guerra civil, pero algunos simpatizaron con el Frente Nacional antes de radicalizarse y no harán nada que pueda perjudicarlo”. Es decir, tanto unos como otros se sometieron a las urnas para llegar al poder hasta que decidieron interrumpirlo cuando comprendieron que el contrario iba a ganar. Sumisión presenta una Francia bautizada en el imperio del dar al-islam, en medio de la violencia desatada entre yihadistas y Frente Nacional. La imaginación de Houellebecq puso el primer tiroteo y la novela se convirtió en mandamiento.