La 2 de TV española está programando una serie sobre las grandes catástrofes de la historia. Ha recordado el desastre de Lisboa de 1.755.y el impresionante desastre de 1.923 en Yokohama y Tokio. En mitad de este segundo reportaje cambié de canal. Era demasiado el sufrimiento humano.

Detrás de estas avalanchas de dolor siempre está Dios. Nos gusta pensar que nuestro Dios es un Dios de la vida. Allí donde está la vida está Dios. Pero también es verdad que allí donde está la muerte, está Dios. Parece que éste podría ser un buen resumen de los evangelios e incluso de la historia de Jesús de Nazaret. Es más, no veo que se pueda ser cristiano si no se cree que muerte y vida van entrelazadas como causa y efecto.

A veces da la impresión de que la Historia y las religiones están programadas para torturar al ser humano.

La pastoral cristiana en los siglos VII y VIII producto de una mala fotocopia del Antiguo Testamento o simplemente por una crasa ignorancia bíblica, trajo más sangre más miedo y más muerte a Europa que los peores terremotos. Aquella iglesia llevó a las masas cristianas a vivir de cara a la muerte que siempre era negra. Incluso al bello saludo del Ave María hubo que añadirle el santa Maria que conduce a la muerte peligrosa. Y esa muerte oscura se convirtió en el acto final de la desgracia de haber nacido.

Superados esos siglos, hemos concluido con excesiva ligereza que el dolor es un gran maestro, un instrumento directo de Dios y el fin de nuestras vidas,

Repetimos como un mantra cristiano que moriremos cuando Dios lo quiera así como nacemos cuando Dios lo quiere. Nacemos, sufrimos, morimos como muñecos de trapo en manos de Dios.

Tengo un amigo y hermano desde mi primera juventud. Mi amigo tiene 88 años. Cree en Dios. Pasó su vida sirviendo a los demás. Ahora está en manos de médicos católicos o fieles de Hipócrates que utilizan su ciencia para alargar la vida de mi amigo como mandó Hipócrates o su Dios.

Me entero de que a veces se reúnen en consulta estos médicos para decidir qué se hace con el enfermo para alargar lo más posible su vida. Tienen miedo a tomar otra solución. Y en esto de ayudar a mi amigo a no sufrir más veo que todos tienen miedo: superiores, familiares y amigos. Unos se refugian en Dios y otros le echan la culpa a Hipócrates.

El resultado es que mi amigo sigue sufriendo y muriendo trozo a trozo. ¿Vino al mundo para eso?

Luis Alemán Mur