Salmo XV, 

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

 

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.

Cuando volvieron de Egipto, los israelitas echaron a suerte la parcela de tierra que les tocaba. Sacaban de una copa el lote que les tocaba. El creyente rezaba en su oración: El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.

La vida tiene algo de lotería. Detrás está la mano del Señor. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas.

Todo es cuestión de Fe.

Luis Alemán Mur