+Congreso Internacional de Curas Católicos Casados

+”La Iglesia y los ministerios: por un modelo nuevo”

+”Que pidan públicamente perdón por el trato dado”

La Iglesia debe pedir públicamente perdón por tanta injusticia con quienes han dedicado mucha vida a su servicio. Empiecen a ejercer la misericordia, los derechos humanos, el reconocimiento digno a sus familias..


Rufo González

Por razones familiares, sólo pude asistir el sábado, 31 de octubre, día más pleno de programa. Se inició con la “Oración de la mañana”. En diversos idiomas, salmos y cantos, y estas oraciones:

a) “Padre, al comenzar este día todos juntos, en la alegría de la fraternidad que nos reúne aquí como sacerdotes casados, te pedimos que nos bendigas y nos des tu Espíritu para que podamos seguir en fidelidad la especial vocación que hemos recibido en este momento de la historia. Por Jesucristo, nuestro hermano y Señor. Amén”.

b) “Dios te salve, María… Santa María de la Esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera… Viviste con la cruz de la esperanza, tensando en el amor la larga espera; y nosotros buscamos con los hombres el nuevo amanecer de nuestra tierra”.

“La Iglesia y los ministerios: por un modelo nuevo”

A las diez, ponencia de Juan Antonio Estrada, catedrático de Filosofía en la Universidad Civil de Granada. José Luis Alfaro, coordinador de la revista “Tiempo de hablar. Tiempo de actuar”, nos presentó sucintamente al profesor Estrada. Con claridad académica, el ponente dividió el tema en tres partes: 1) De dónde venimos: de vuelta a la Biblia y el Vaticano II. 2) Dónde estamos: rápida descristianización en Europa, crisis religiosa, predominio científico, dinámica anti institucional, estructuras eclesiales cuestionadas. 3) A dónde vamos: a poner el Vaticano II al día, nuevo eje eclesiológico (comunidad-ministerios-carismas), inspiración en Jesús, sacramentos hoy, la eucaristía comunitaria, sinodalidad, presbíteros de la comunidad, ministerios ordenados y laicales, revalidar a la mujer, creatividad y libertad…

Por grupos, criticamos la ponencia

En el mejor sentido: juzgar, cribar, discernir, valorar… Se comparte que el centro de la Iglesia, tras el Vaticano II, es la comunidad constituida por bautizados, “consagrados” por el agua y el Espíritu. Consagración fundamental que nos asemeja a Cristo. Las otras consagraciones, subordinadas al servicio de los consagrados bautismales. Los ministros-servidores de y para la comunidad. Jesús no organizó con detalle la Iglesia. Con gran libertad e inspirada en la vida de Jesús, la Iglesia se fue dando la estructura de acuerdo con la cultura y la situación epocal. Hoy, época nueva, la Iglesia puede y debe adecuarse a los signos de los tiempos, inspirados en Jesús, acompañados de su Espíritu. La comunidad elige a sus servidores, los prepara, juzga su servicio, los depone si no “sirven”. Se insistió en la creatividad y libertad que el mundo hoy exige a la Iglesia en nuestras sociedades. Los ministerios (Papa, obispos, presbíteros…) no pueden ejercerse hoy de la misma manera. El mismo Papa pide sinodalidad a diversos niveles. El mismo Espíritu ayuda a discernir, a hacer unidad en Jesús. Nada de imposición, tiranía… “Entre vosotros nada de eso”, dice Jesús.

Cuatro experiencias

Antes de la comida, en el salón de plenos, nos describieron cuatro experiencias eclesiales en las que están implicados sacerdotes casados:

1. Comunidad cristiana de Albacete: se llama “Emaús”, inspirada en el encuentro de Jesús por el camino de la vida. 15-20 personas. Conectada con otras comunidades albaceteñas similares. Su centro es el Evangelio estudiado y orado, ayuda mutua, celebración, compromiso… Diversidad de servicios, democracia, fidelidad… Tres sacerdotes casados, “uno de tantos”, sirven según les piden…

2. Experiencia del obispo sudafricano Fritz Lobinger: Ordenar líderes locales voluntarios ha sido norma en la Iglesia durante siglos. San Pablo y compañeros: “En cada comunidad ordenaban presbíteros” (He 14, 23). En cada pequeña comunidad no sólo había uno, sino varios ordenados. Ninguno era asalariado de la Iglesia, sino que todos siguieron en su trabajo secular. Durante algunos siglos, era evidente que había presbíteros no enviados a la comunidad, sino surgidos dentro de ella. En la práctica oficial de la Iglesia, lo que una vez ha sido aceptado, puede volver a ser aceptado hoy. Es un modelo muy conveniente para nuestros tiempos. Se observa un afán nuevo de los laicos para participar activamente en la Iglesia, y sufrimos una grave escasez de sacerdotes. Es imperativo, pues, para nosotros retomar esa tradición venerable eclesial de ordenar a líderes locales probados.

3. Experiencia de Mario Mullo, presidente de Federación Latinoamericana de Curas Casados:

Este sacerdote casado nos describió las comunidades pobres de Ecuador, de la selva… Heredero de la inspiración del gran obispo Leónidas Proaño, con quien trabajó y creó muchas comunidades. No tuvieron problema en acogerle una vez casado. Son grupos de creyentes en la misma fe, esperanza, solidaridad. Ubicadas en parroquias, en barrios y pueblos. Se reúnen para reflexionar su realidad a la luz de la fe y del evangelio. Dialogan con los obispos, pero tienen vida propia, se ponen normas de vida y organización, según los diversos carismas y servicios. Los obispos las respetan y apoyan.

4. Escuela de artesanía vocacional (Artesanato Vocacional Escola- AVE)

Es una obra del Movimiento de las Familias de Sacerdotes Casados, de Ceara (Brasil). El AVE en Messejana, tiene ya 47 años de vida. Fundado y presidido por María Lourdes Brandão durante 30 años. Acualmente lo preside su esposo, sacerdote casado, Miguel Brandão. Trabajan con niños, jóvenes y mayores en Pastoral de la Salud, , Escuelas, Derechos Humanos, Catequesis y Biblia, Alimentación… Se sostiene económicamente con el salario del Padre Miguel Brandão, y la ayuda mensual del Movimiento de Familias de Curas Casados, de Ceara (MFPC- Ceará).

Mesa Redonda: Retos para los creyentes en el mundo presente

Por la tarde, cuatro ponentes (la teóloga costarricense Silvia Regina, Mario Mullo, de la Federación de Curas casados de Latinamérica, y los teólogos españoles Fernando Bermúdez y Felix Barrena) desgranaron los diversos retos que tenemos hoy los creyentes. A nivel político, religioso, ecológico, respecto al sexo, al género y a la mujer, a la solidaridad universal… Me impresionó la insistencia en el cambio, en el trabajo por los Derechos Humanos, en la ética universal, en el macroecumenismo, en la conciencia crítica, en el apoyo a la reforma del Papa Francisco…

Uno de los retos afectaba directamente a los presentes

Su verdad y concreción arrancaron un aplauso unánime: pedir hoy a la Iglesia, a quienes presiden (Papa, obispos, presbíteros…) que pidan públicamente perdón por el trato a los curas casados. No es digna del Evangelio ni del Espíritu de Jesús la conducta eclesial con ellos y sus familias. Ellos, sus esposas e hijos, han sido “fusilados” en la Iglesia. A partir de negarse a vivir en celibato, les han borrado del mapa eclesial. En el rescripto de “reducción al estado laical” (¡vaya nomenclatura más evangélica!) les prohíben hasta “leer la epístola” (permitido a todo cristiano). El ponente lamentaba que a él le negaron cualquier actividad en la diócesis y en la parroquia: catequesis, dirigir el coro, tocar el órgano en el templo… Proscritos, despreciados, mal vistos, desamparados… La Iglesia debe pedir públicamente perdón por tanta injusticia con quienes han dedicado mucha vida a su servicio. Empiecen a ejercer la misericordia, los derechos humanos, el reconocimiento digno a sus familias…

Siguen atentando contra derechos humanos (traslados forzosos, trabajo…)

Leo un rescripto de dispensa de 1974 y otro de 2001. Constato que todo sigue poco más o menos:

Pena de destierro (“ha de ausentarse de los lugares en los que sea conocido su estado sacerdotal”). Prohibido “participar en cualquier celebración litúrgica ante el pueblo, que conozca su condición; nunca puede predicar la homilía, ni desempeñar la función de lector, de monaguillo, ni distribuir la sagrada Comunión”. Prohibido enseñar religión y teología en centros eclesiales, ser cargo directivo, profesor de asignaturas “íntimamente ligadas a asignaturas teológicas”. Y para remate, “reducidos al estado laical”, no pueden casarse con la misma dignidad que los laicos:

“cuide el Ordinario que se celebre sin pompa, ni aparato, y delante de un sacerdote (bien probado) de confianza para el obispo, sin testigos, o si fuera necesario, con dos testigos, cuya acta se conserve en el archivo secreto de la Curia”.

Es de risa, por no llorar: “sin pompa ni aparato” (¿será sin música, flores, cantos…?). Quienes tantos matrimonios presidieron, ahora no pueden celebrar su boda cristiana con alegría y fiesta… No puede presidir cualquier compañero, tiene que ser “bien probado” (¿en matrimonio, teología, liturgia?), “de confianza del obispo” (¿hay sacerdotes ejerciendo que no gozan de confianza, o se necesita una confianza “especial”, para atender a alguien peligroso? No acabo de entender: “Sin testigos, o si fuera necesario, con dos testigos, cuya acta se conserve en el archivo secreto de la Curia”. Me sobrepasa: un sacerdote, dispensado del celibato, no conviene que tenga testigos de su boda, y si es necesario que consten en un acta que “se conserve en el archivo secreto de la Curia”. Será peligroso y nadie debe ver sus firmas e identidades (¡!). Para más inri: la cláusula 7 dice: “Téngase por norma que estas dispensas no se divulguen o se consignen por escrito sino después de pasado algún tiempo desde la notificación de la pérdida del estado clerical”. ¿Por qué no “divulgarlas ni escribirlas”? “Cuidado con la levadura de los fariseos” (Lc 12, 1), nos advierte Jesús, que los conocía bien.

El ambiente era profundamente humano, digno de Cristo y su Iglesia

Conviviendo con ellos, observando su bondad, incluso su cultura, su sentido cristiano profundo, su apertura, escucha, ver lo positivo, respeto a todos, su compromiso con la transformación social desde los pobres…, sientes que “el Espíritu del Señor está sobre ellos porque los ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres” (Lc 4,18). Sientes también tristeza por el comportamiento de la Iglesia. Me venía a la mente lo que las gentes de Burgos murmuraban al ver partir a don Rodrigo hacia el destierro: “¡Qué grave error ha cometido el rey Alfonso! ¡Qué buen vasallo sería… si tuviese un buen señor!”. No extraña que algunos se hayan negado a esa dinámica inhumana. Les “insisten con empeño a que participen en la vida del Pueblo de Dios, en razón apropiada a su nueva condición de vida; sean edificantes y de esta manera se muestren amantísimos hijos de la Iglesia”. Me recuerda la denuncia del evangelio: “los que dominan y ejercen autoridad se hacen llamar bienhechores” (Lc 20, 25-26 y par.).

Los rescriptos piden al Superior: “imponga al peticionario una obra de piedad o de caridad” ¡Por el amor gratuito recibido! ¡Menuda gratuidad! Ya le “impusieron” lo que no quería ni pedía: “El rescripto de dispensa… abarca de forma inseparable la dispensa del sagrado celibato y la pérdida del estado clerical. Nunca le estará permitido al orador separar estos dos elementos; o sea: tomar el primero y rechazar el otro”.

Algún “orador” reconoce:

“Cuando firmé el rescripto de secularización incluí, en folio aparte, una coletilla con esta anotación: `Salgo del clero porque, dada mi manera de ser, necesito para mi equilibrio interior contraer matrimonio. No renuncio al sacerdocio. En el momento en que me necesiten pueden llamarme; sigo con vocación sacerdotal´. Cincuenta y seis años después de haber sido ordenado, continúo con esa misma vocación. Pero nadie me ha llamado, a pesar de la enorme carencia de “operarios de la mies”. Hoy ya de poco serviría, dada me ancianidad: con ochenta años no puedo hacer mucho, pero sí algo” (José María Lorenzo Amelibia, fundador y presidente de ASCE).

Amigo José María, “¿recibiste el Espíritu por haber observado la ley o por haber escuchado con fe?” (Gál 3, 2). Gracias por seguir ejerciendo el ministerio en RD. Es una obra del Espíritu.

Vine contento, agradecido. Adquirí el libro “Curas en comunidades adultas”. Lo estoy leyendo. Veo que narran la experiencia de sus comunidades “en las que los roles de liderazgo emergen en el seno de las comunidades, y donde todas las personas son responsables en función de sus dones”. Lean, por favor, las conclusiones del “Comunicado final del Congreso” en www.moceop.net.