Domingo 33º del Tiempo ordinario – Ciclo B

Marcos 13,24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

Palabra del Señor

«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte”. Juan Bautista, el precursor a quien siguió Jesús, predicaba el final de los tiempos. El apocalipsis era una creencia que dominaba los círculos piadosos israelitas. Jesús anunció en Galilea la proximidad del reino del Padre que no llegó. Se fue a Jerusalén a dar la batalla final. Y allí perdió. Sintió hasta el abandono del Padre. Marcos el evangelista escribió este evangelio después del desastre de Jerusalén. Y entendió este desastre como anuncio de la llegada inminente del Hijo del Hombre,

Interpretar la historia es sabiduría de Dios. Se equivocó Juan, se equivocó Jesús, se equivocó Marcos. Y seguimos equivocándonos todos. En todos los púlpitos, en todas las homilías, en el Vaticano y en las parroquias nos gusta sustituir a Dios. La historia, y el significado de lo que ocurre es un secreto de Dios Padre. Ni siquiera Jesús entendió su propia vida: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado? Mc15, 34

“Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta”.
Parusía es el segundo avenimiento de Cristo al final de los tiempos. Un cristianismo sin “parusía” parece que es un cristianismo vacío. Sin horizonte. Así como Jesús después de bajar a la tumba, Dios lo sentó junto a su vera y dio sentido a su historia, la humanidad necesita encontrar su sentido al descubrir al Hijo de la Humanidad iluminando con su luz la larga historia incomprensible.

Bello ejemplo de la higuera, comprensible a todos. Cuando brotan las yemas de sus ramas, el fruto está cerca. A nuestros ojos sin poesía, les parece aún muy lejos que la higuera mundial esté a punto de producir frutos. A otros, les parece que el fin de los tiempos es inminente ¿Pero que sabemos nosotros de la agricultura de Dios?

Hay predicadores que se aprovechan de cualquier catástrofe para difundir el miedo de un juicio terrible de Dios. Y hay quienes olvidamos que puede ser la cercanía de Dios quien ya fabrica en nosotros al Hijo del hombre.

Luis Alemán Mur