Comienzan las cuartas moradas, a partir de aquí las explicaciones empiezan a ser más largas. Pero no hay que ir con prisa, es regalo de Dios, pero soy yo quien ha de querer rendir la voluntad en la suya. La obediencia es ponerse en sus manos, no que él te ponga, sino ponerme yo, libremente y eso no lo puede hacer un alma concertada que no ha dejado atrás su ego. Sólo lo hacen aquellos que vuelan libres, que aman porque reconocen su verdad, su pequeñez y la grandeza de Dios, esa es la humildad que anda en verdad.

Se entra en estas moradas cuando realmente se ha rendido la voluntad, cuando el otro es el centro de la propia vida. Es un modo diferente de ver y entender la vida y las relaciones. Es un conocimiento propio que se ha quitado de encima el egoísmo y empieza a caminar con total disponibilidad hacia los demás. Esto es lo que cambia a la persona y la vida. Hay un cambio de protagonista, Dios asume la iniciativa de esta nueva vida.

Una advertencia al leer estas cuartas moradas, hay cierto desorden en la redacción, porque Teresa escribe a ratos perdidos de camino a Ávila, con mala salud y en una situación amenazadora para la empresa de las nuevas fundaciones que ella ha comenzado. Pero podemos descubrir lo que ella quiere decir, habla de esas cosas que llama “sobrenaturales”, lo que denominamos experiencias místicas. Pero no hay que asustarse ante esta palabra, hay que entender la mística en su significado más originario. Sigue hablando de la oración como interiorización y conocimiento propio que va avanzando, cada vez es más profundo.

En esto de la mística el principal problema es la falta de experiencia. Estamos acostumbrados a conocer las experiencias externas y difícilmente sabemos identificar las experiencias interiores, esas que no se ven, no se oyen y no se tocan, están en lo más profundo de nosotros mismos y a eso no estamos acostumbrados, no sabemos identificarlas ni ponerles nombre. De ahí viene la confusión, el no encontrarle sentido y surge el riesgo de dejarlo todo. Pero hay que seguir avanzando, sin miedo y con decisión firme.

En este primer capítulo Teresa explica la diferencia entre contentos y gustos. Lo importante es saber lo que significan: contentos es una oración hecha con nuestro propio trabajo, surge de lo que hacemos, “comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios”. Los gustos podemos identificarlos con una oración que nos es dada sin trabajarla nosotros, “comienzan de Dios”. en ambos casos durante esta oración se experimenta ternura, consuelo, es decir, nos sentimos bien, la diferencia está de donde proviene y que efectos deja.

Teresa se mete en una distinción de términos que se utilizaban para hablar de la oración, entre la complicación del tema y la gran diferencia con los términos que hoy utilizamos, la lectura de estas moradas puede ser complicada. Mi consejo es quedarnos con lo esencial, para ello señalaré los puntos que son clave. Lo importante es saber reconocer lo que nos pasa en nuestra propia experiencia. No olvidemos que estamos en un camino de oración, es un proceso largo, que nos conduce hacia el propio conocimiento junto al conocimiento de Dios, muy distinto a todo lo que nos rodea. Es una experiencia de interiorización que va unida a la meditación.

Lo único que recomiendo es no desistir, tal vez ahora no se entienden muchas cosas, porque no las hemos experimentado. No hay que desanimarse por ello, sino continuar en el empeño, lo importante es no dejar la oración y la oración consiste “no en pensar mucho, sino en amar mucho”. Teresa nos da una regla de oro: “Haced lo que más os despierte a amar”. Este nº 7 es la parte central de la experiencia que Teresa nos quiere transmitir.

Textos para la lectura.

CUARTAS MORADAS CAPÍTULO 1

Trata de la diferencia que hay de contentos y ternura en la oración y de gustos, y dice el contento que le dio entender que es cosa diferente el pensamiento y el entendimiento. – Es de provecho para quien se divierte (=distraerse) mucho en la oración.

1. Para comenzar a hablar de las cuartas moradas bien he menester lo que he hecho, que es encomendarme al Espíritu Santo y suplicarle de aquí adelante hable por mí, para decir algo de lasque quedan de manera que lo entendáis; porque comienzan a ser cosas sobrenaturales, y es dificultosísimo de dar a entender, si Su Majestad no lo hace, como en otra parte que se escribió hasta donde yo había entendido, catorce años ha, poco más o menos. Aunque un poco más luz me parece tengo de estas mercedes que el Señor hace a algunas almas, es diferente el saberlas decir. Hágalo Su Majestad si se ha de seguir algún provecho, y si no, no.

2. Como ya estas moradas se llegan más adonde está el Rey, es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender, que el entendimiento no es capaz para poder dar traza cómo se diga siquiera algo que venga tan al justo que no quede bien oscuro para los que no tienen experiencia; que quien la tiene muy bien lo entenderá, en especial si es mucha. 

4. Pues hablando de lo que dije que diría aquí, de la diferencia que hay entre contentos en la oración o gustos, los contentos me parece a mí se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra meditación y peticiones a nuestro Señor, que procede de nuestro natural, aunque en fin ayuda para ello Dios, que hase de entender en cuanto dijere que no podemos nada sin El; mas nacen de la misma obra virtuosa que hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos ganado, y con razón nos da contento habernos empleado en cosas semejantes. Mas, si lo consideramos, los mismos contentos tendremos en muchas cosas que nos pueden suceder en la tierra: así en una gran hacienda que de presto se provea a alguno; como de ver una persona que mucho amamos, de presto; como de haber acertado en un negocio importante y cosa grande, de que todos dicen bien; como si a alguna le han dicho que es muerto su marido o hermano o hijo y le ve venir vivo. Yo he visto derramar lágrimas de un gran contento, y aun me ha acaecido alguna vez. Paréceme a mí que así como estos contentos son naturales, así en los que nos dan las cosas de Dios, sino que son de linaje más noble, aunque estotros no eran tampoco malos. En fin, comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios.

Los gustos comienzan de Dios y siéntelos el natural y goza tanto de ellos como gozan los que tengo dichos y mucho más. ¡Oh Jesús, y qué deseo tengo de saber declararme en esto!; porque entiendo, a mi parecer, muy conocida diferencia y no alcanza mi saber a darme a entender. Hágalo el Señor.

5. […]A quien tuviere mucha experiencia esto le basta para ver la diferencia que hay de lo uno a lo otro; a quien no, es menester más. Los contentos que están dichos no ensanchan el corazón, antes lo más ordinariamente parece aprietan un poco, aunque con contento todo de ver que se hace por Dios; mas vienen unas lágrimas congojosas, que en alguna manera parece las mueve la pasión. Gran cosa es el saber y las letras para todo.

6. Lo que tengo de experiencia de este estado, digo de estos regalos y contentos en la meditación, es que si comenzaba a llorar por la Pasión, no sabía acabar hasta que se me quebraba la cabeza; si por mis pecados, lo mismo […] Y es de tener en mucho, si hay humildad para entender que no son mejores por eso; porque no se puede entender si son todos efectos del amor, y cuando sea, es dado de Dios […]

7.- Para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender, y rogarle que vaya siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia Católica. Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en no pensar otra cosa, y que si os divertís un poco va todo perdido.

Mª Rosa Bonilla