Insiste mucho Teresa en estas primeras Moradas, por eso no conviene correr en avanzar a la siguiente, sino “entender” la importancia de entrar en esta primera estancia del propio conocimiento.

“Entender” es una de las palabras claves, la experiencia da entender, y solo entendiendo se puede conocer y apreciar. Por eso es importante llegar a “entender”. Hay que entender lo que Dios nos da, para reconocer sus dones. Entender quienes somos, entender cuál es la verdadera humildad, entender cuáles son los engaños y “trapantojos” del demonio. Entender lo que hacemos y porqué lo hacemos. Se trata de “entender”, con ello quiere decir que hay que tener plena conciencia de lo que se hace y no pasar por la vida haciendo cosas sin más. Entender es conocer. Hay que estar en lo que se está, ser consciente de lo que hago y de porque lo hago, ser consciente de donde estoy, con quien estoy y de lo que estoy diciendo o pesando. Esto lleva a vivir de otro modo, se tienen las riendas de la vida, no te dominan las cosas, las circunstancias o los demás, sino que se pasa a un nivel de conciencia diferente.

Con ello la vida se puede ordenar, yo tengo mi vida y mi persona en mis manos, también soy consciente de mi cuerpo, de lo que siento física, psíquica y emocionalmente. No puedo controlar lo que la historia va desarrollando, pero sí puedo tomar la decisión de cómo vivirlo. Esto está de moda, hoy en día han surgido muchas técnicas y especialista, pero ya Teresa nos habla de ello, con otras palabras, en el siglo XVI.

Por eso no podemos seguir avanzando si no “entendemos” la importancia del propio conocimiento y si no “entendemos” cuánto nos jugamos en este deseo de querer entrar en nuestro interior para no vivir sólo en la superficie, en lo exterior, es decir, en las rondas del castillo. Hay que entender la importancia de querer entrar en este castillo interior, el itinerario propuesto por Teresa nos descubre en esta primera morada que hemos sido criados a imagen de Dios pero que tenemos que llegar a serlo en plenitud, por eso hay que recorrer todas las moradas, sin miedo y con decisión. Embarcarse en esta aventura de bucear en el mundo interior donde hay mucho por descubrir. Sólo al final del itinerario, en las séptimas moradas, descubriremos, es decir, “entenderemos” su importancia.

Teresa propone una condición previa: la renuncia voluntaria a tener como meta de la vida ganar dinero, esta religión de tantos adeptos no puede ser la nuestra. Hay otra realidad en la vida de cada día, Jesús eligió la pobreza, no acumular riquezas, poder, prestigio, fama. Lo que Teresa llamará “honra”. La pobreza modera el pensamiento y las ambiciones de cualquier tipo. Nuestra imagen de Dios es la que nos enseña Jesús y no esos otros dioses que pueden ser el dinero, honra, poder, fama, etc. Seguimos a un Dios que mira por el bien de todos, especialmente de los más pobres y necesitados y nos invita a imitarle, somos imagen suya. Así haremos que el mundo en el que vivimos, nuestro entorno, sea más acogedor, amable, alegre, positivo, más humano. Más de todos y para todos. Por eso estas primeras moradas recuerdan que el mandamiento primero y principal es el amor al prójimo y en él se verá el amor que tenemos a Dios.

Entenderemos al llegar las séptimas moradas que el conocimiento propio no es un fin en si mismo, nos ayuda a encontrar nuestro camino en la vida. La espiritualidad no es evasión de la realidad cotidiana que vivimos, no se trata de huir del mundo, sino de sumergirse más de lleno con más compromiso. El camino espiritual no eleva a las nubes, sino nos sumerge en el servicio siempre y a todos, nos hace entender que el cristiano es el que siempre está disponible para todos, sin excepción.

 

Textos para la lectura

PRIMERAS MORADAS CAPITULO SEGUNDO

12. De estas moradas primeras podré yo dar muy buenas señas de experiencia. Por eso digo que no consideren pocas piezas, sino un millón; porque de muchas maneras entran almas aquí, unas y otras con buena intención. Mas, como el demonio siempre la tiene tan mala, debe tener en cada una muchas legiones de demonios para combatir que no pasen de unas a otras y, como la pobre alma no lo entiende, por mil maneras nos hace trampantojos, lo que no puede tanto a las que están más cerca de donde está el rey […]

13. Porque en otra parte dije mucho del daño que nos hace, hijas, no entender bien esto de la humildad y propio conocimiento, no os digo más aquí, aunque es lo que más nos importa y aun plega al Señor haya dicho algo que os aproveche.

14. Habéis de notar que en estas moradas primeras aún no llega casi nada la luz que sale del palacio donde está el Rey; […] Como si uno entrase en una parte adonde entra mucho sol y llevase tierra en los ojos, que casi no los pudiese abrir. Clara está la pieza, mas él no lo goza por el impedimento o cosas de esas fieras y bestias que le hacen cerrar los ojos para no ver sino a ellas. Así me parece debe ser un alma que, aunque no está en mal estado, está tan metida en cosas del mundo y tan empapada en la hacienda u honra o negocios -como tengo dicho que, aunque en hecho de verdad se querría ver y gozar de su hermosura, no le dejan, ni parece que puede descabullirse de tantos impedimentos. Y conviene mucho, para haber de entrar a las segundas moradas, que procure dar de mano a las cosas y negocios no necesarios, cada uno conforme a su estado; que es cosa que le importa tanto para llegar a la morada principal, que si no comienza a hacer esto lo tengo por imposible.

16. Ya os dije otra vez que es como una lima sorda, que hemos menester entenderle a los principios. Quiero decir alguna cosa para dároslo mejor a entender. […] Pone a otra un celo de la perfección muy grande. Esto muy bueno es; mas podría venir de aquí que cualquier faltita de las hermanas le pareciese una gran quiebra, y un cuidado de mirar si las hacen, y acudir a la priora; y aun a las veces podría ser no ver las suyas por el gran celo que tiene de la religión. Como las otras no entienden lo interior y ven el cuidado, podría ser no lo tomar tan bien.

17. Lo que aquí pretende el demonio no es poco, que es enfriar la caridad y el amor de unas con otras, que sería gran daño. Entendamos, hijas mías, que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardáremos estos dos mandamientos, seremos más perfectas. Toda nuestra Regla y Constituciones no sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto con más perfección. Dejémonos de celos indiscretos, que nos pueden hacer mucho daño. Cada una se mire a sí. Porque en otra parte os he dicho harto sobre esto, no me alargaré.

18. Importa tanto este amor de unas con otras, que nunca querría que se os olvidase; porque de andar mirando en las otras unas naderías, que a las veces no será imperfección, sino, como sabemos poco, quizá lo echaremos a la peor parte, puede el alma perder la paz y aun inquietar la de las otras: mirad si costaría caro la perfección.

 

Aclaración de términos del lenguaje teresiano

“El demonio”. En el siglo XVI y por tanto en el lenguaje de Teresa la palabra demonio igual que Dios es connatural, siempre está presente como el contrario. Como aquella fuerza que aleja de Dios, del bien, es todo lo que se refiere al mal. Es el enemigo que intenta alejar del camino espiritual, de aquello que es un bien para el ser humano.

El pecado mortal“. Teresa entiende todo acto concreto que seriamente perjudicial para el prójimo, para nosotros mismos o para Dios, atenta gravemente contra la vida material o espiritual del otro o de uno mismo y aleja del proyecto de plenitud de Dios para el hombre. Es apartarse de la fuente de vida que es Dios y por lo tanto conduce a la muerte.

La oración“. Es la puerta para entrar en el castillo porque es el diálogo íntimo con Dios, es la amistad y comunicación con él, que es quien nos habita, el Huesped que está en nuestro interior porque hemos sido creados a su imagen y la llevamos impresa. Es todo tiempo y espacio, palabra y silencio que dedicamos para comunicarnos, relacionarnos con Dios y querer estar con él. es mirarle, es compartir ese mismo tiempo y espacio.

“Alma” (la pobre alma). A veces podemos sustituirlo por persona y otras se refiere a lo más interior y espiritual de la persona, a ese mundo interior que nos invita a conocer

“Su Majestad“. Es como le gusta destacar a Teresa la grandeza de Dios, a veces se muestra llanamente cercana a él, le llama amigo, esposo, maestro. Pero en otras ocasiones quiere resaltar esa verdad que es andar en humildad, hay una inmensa distancia entre nuestra pequeñez y su grandeza.

La honra” (la negra honra). Con ello Teresa se refiere a una búsqueda de reconocimiento, a tener como objetivo en la vida el prestigio, la fama, la buena imagen, que hablen bien de nosotros. Es decir, podemos traducir honra por “el qué dirán” y eso es algo muy común y presente en todo momento y época. A todos nos gusta que los demás hablen bien de nosotros, tengan una buena opinión y para ello fabricamos miles de máscaras tras la que ocultamos la verdad de quienes somos.

 

Mª Rosa Bonilla