No quiero pasar adelante. Algo que aprendí de Teresa fue a detenerme allí donde surge la hermosura, donde el corazón se siente en paz porque está ante algo que le gusta y quiere contemplarlo, saborearlo poco a poco, no pasar de largo, sino adentrarse más y más hasta hacerlo suyo.

¡Oh hermosura que excedéis

A todas las hermosuras!

Sin herir, dolor hacéis,

Y sin dolor deshacéis

El amor de las criaturas

¡Oh ñudo que así juntáis

Dos cosas tan desiguales

No sé por qué os desatáis

Pues atado fuerza dais

A tener por bien los males!

Quien no tiene ser juntáis

Con el Ser que no se acaba;

Sin acabar acabáis,

Sin tener que amar amáis,

Engrandecéis vuestra nada.

Eso me ha pasado con el capítulo 29 de Camino de perfección que vimos la semana pasada. “No estamos huecas”, es algo fundamental, caer en la cuenta que no somos solo una serie de sentimientos y actividades que vamos pasando por la vida, que tenemos todo un mundo interior que está aún por descubrir, y mientras más conocemos más queda aún por aprender. No estamos huecas, porque esa vida interior la vivimos en compañía de nosotras mismas y de Dios.

Cuentas de conciencia 3º. Ávila 1563: Esto que está aquí de mi letra, ha nueve meses, poco más o menos, que lo escribí. Después acá no he tornado atrás de las mercedes que Dios me ha hecho. Me parece he recibido de nuevo –a lo que entiendo- mucha mayor libertad. Hasta ahora parecíame había menester a otros y tenía más confianza en ayudas del mundo; ahora entiendo claro ser todos unos palillos de romero seco y que asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de contradicciones o murmuraciones, se quiebran. Y así tengo experiencia que el verdadero remedio para no caer es asirnos a la cruz y confiar en El que en ella se puso. Hállole amigo verdadero y hállome con esto con un señorío que me parece podría resistir a todo el mundo que fuese contra mí, con no me faltar Dios. Entendiendo esta verdad tan clara: solía ser muy amiga de que me quisiesen bien, y ya no se me da nada; antes me parece en parte me cansa… Hame dado Dios gran ánimo”.

Es el conocimiento propio, ese saber quien soy tan básico para la construcción de mi vida, no solo de mi persona, sino de mis relaciones, de mi conciencia de lo que hago en cada momento, porqué y para qué lo hago y que redimensiona la vida llenándola de sentido, de paz, de armonía y de fuerza vital. Es “señorear” el mundo, como también dice Teresa, ponerlo bajo los pies, coger la rienda de mi vida y darme igual todo lo que digan a mi alrededor, sé quién soy, lo que quiero y sé de quién me he fiado. Es edificar la casa sobre roca, será inamovible. Porque comienza a ser libre. 

Alma, buscarte has en Mí,

Y a Mí buscarte has en ti.

Y si acaso no supieres

Dónde me hallarás a Mí,

No andes de aquí para allí.

Si no, si hallarme quisieres,

A Mí buscarme has en ti.

Porque tú eres mi aposento,

Eres mi casa y morada

Y así llamo en cualquier tiempo,

Si hallo en tu pensamiento

Estar la puerta cerrada.

Fuera de ti no hay buscarme

Porque para hallarme a Mí

Bastará sólo llamarme;

Que a ti iré sin tardarme,

Y a Mi buscarme has en ti.

Cuentas de conciencia 15º Medina 30 de junio 1571: “También entendí: No trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí”.

Y si digo esto no es porque lo he leído en los escritos de Teresa. Sí, lo he leído, pero he tenido la suerte de tener buenos maestros y maestras de oración que me han ayudado a entrar dentro de mí y descubrir que no estoy hueca. Puedo decir con seguridad que eso ha cambiado mi vida, mi forma de afrontarla y tomar las riendas. Me ha hecho “ensoñorearme” y darme fuerzas para afrontar mis miedos, superar mis complejos y lanzarme hacia lo que realmente quiero. A través de años de oración perseverante he hecho un proceso de conocimiento propio, he abierto la puerta para que entre el “Huésped” y he dicho como Teresa: “Aquí está mi vida, aquí mi honra y mi voluntad. Todo os lo he dado. Disponed de mí, Señor”.

Vuestra soy, para Vos nací

¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criaste,

Vuestra, pues me redimiste

Vuestra, pues que me sufriste,

Vuestra, pues que me llamaste.

Vuestra, porque me esperaste,

Vuestra, pues no me pedir:

¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,

Que haga tan vil criado?

¿cuál oficio le habéis dado

A este esclavo pecador?

Veisme aquí, mi dulce amor,

amor dulce, veisme aquí:

¿Qué mandáis hacer de mí?

Después de muchos años de luces y sombras encontré ese tesoro escondido en mi interior y desde entonces cada uno de mis días es el mejor regalo para ser feliz e intentar que los demás puedan también descubrir lo que yo he podido descubrir gracias a la oración que me ha conducido al conocimiento propio, de la mano de Teresa y me ha puesto en la dinámica de ayudar a todos.

V Moradas 3,9:
“Procuremos irnos entendiendo en cosas aun menudas y no haciendo caso de unas muy grandes, que así por junto vienen en la oración, de parecer que haremos y aconteceremos por los prójimos y por sola un alma que se salve; porque, si no vienen después conformes las obras, no hay para qué creer que lo haremos. Así digo de la humildad también y de todas las virtudes”.

Hay muchas formas que nos invitan a encontrar la paz interior, la armonía, el reencuentro consigo mismo. La piscología, las terapias, la relajación y muchos métodos ayudan a emprender este camino. Pero mi experiencia ha sido a través de la oración, a través de una amistad y de una persona: Jesús, a quien Teresa me enseñó a mirar como hombre verdadero y dejarme mirar por él como Dios de la Misericordia.

Carta. A D. Lorenzo de Cepeda. Toledo, principios de noviembre 1576, 6: “… Y es que nunca nos conocemos. Así que lo mejor debe ser huir de todo por “El Todo” y porque nuestro natural no nos haga esclavos de cosas tan bajas, y a los que esto no pueden, considerarlo muchas veces”.

Camino 39,5: “Y tened este cuidado: que en principio y fin de la oración, por subida contemplación que sea, siempre acabéis en propio conocimiento. Y si es de Dios, aunque no queráis ni tengáis este aviso, lo haréis aun más veces, porque trae consigo humildad y siempre deja con más luz para que entendamos lo poco que somos”.

Cuentas de Conciencia 49º, Sevilla 1576: “Una vez entendí cómo estaba el señor en todas las cosas y cómo en el alma y púsoseme comparación de una esponja que embebe al gua en sí”.

Cuentas de conciencia 64º. Fecha y lugar inciertos: “Hija, muy diferente es la luz de las tinieblas. Yo soy fiel, nadie se perderá sin entenderlo. Engañarse ha quien se asegure por regalos espirituales. La verdadera seguridad es el testimonio de la buena conciencia, mas nadie piense que por sí puede estar en luz, así como no podría hacer que no viniese la noche porque depende de mí la gracia. El mejor remedio que puede haber para detener la luz es entender que no puede nada y que le viene de Mí; porque aunque esté en ella, en un punto que yo me aparte vendrá la noche. Esta es la verdadera humildad, conocer lo que puede y lo que yo puedo“.

Mª Rosa Bonilla