“La Iglesia es plural, y también cada pontífice” 

*Es legítimo y, por tanto, cristiano, que la figura de unos Papas le sea más simpática, agradable y pastoralmente atractiva a unos “fieles” que a otros


Antonio Aradillas.- Con hidalguía, elegancia y conmiseración, de entre las opciones académicas que proporciona y legitima el Diccionario de la RAE acerca de la palabra “impresentable”, hago esfuerzos semánticos por quedarme, y subrayar, la del “sujeto que no es digno de presentarse, o ser presentado, para una dignidad, cargo u oficio“. El término es popular y universitariamente acaudalado en sinónimos, ahorrándome, por esta vez, su referencia. Es posible que a algunos la historia les resulte incomprensible y mendaz, asaltándole la tentación de exigir reparaciones extra o intra judiciales. A otros, ambientados en coordinadas propias de la clericalía, tal historia no les causará tentaciones ni ofensivas ni extrañas.

. Y, sin más preámbulos, refiero que, con ocasión de la reciente publicación “itinerante” del post “Viveros episcopales”, en uno de sus comentarios convenientemente documentados, se narra la reacción de un ilustre “episcopable”, saludado por alguien con anticipada, pero presunta, complacencia ritual: ” A mí, el impresentable Papa que tenemos no me hace obispo, hará a otros…”.

Mi comentarista no se ahorró identificar por su cuenta la procedencia del “vivero religioso” del “frustrado” pastor “antifranciscano”, indicándome que “por ahora no debía darme más datos”, con inequívocas señales de temor a represalias curiales diocesanas. Los “ordenadores” ni mienten ni comentan, y se limitarían, en su caso, a trasmitir y reproducir lo que se les encomiende, por lo que me bastaría con pulsar el “clic” para dejar clara constancia de semejante noticia, ampliada después en conversación privada con mi comunicante.

. Es legítimo y, por tanto, cristiano, que la figura de unos Papas le sea más simpática, agradable y pastoralmente atractiva a unos “fieles” que a otros. Entre la de Pío XII -“pastor angélicus”-, y la del “abuelo” Juan XXIII, son muy variados los modelos, ejemplos y arquetipos. Precisamente por eso preparan los conclaves al menos tres líneas de sotanas blancas. Atuendos y maneras de ser, actuar y pastorear la Iglesia no son pariguales, semejantes, y menos, idénticas. La Iglesia es plural, y cada “pontífice”, jerarquía y laicado, tienen, viven, y han de vivir, sus circunstancias de lugar y de tiempo, en sagrada sintonía con las demandas y los intereses anejos al bien integral de la comunidad.

. Desde tal perspectiva elementalmente catequística, no extrañarán reacciones “curiales” como las que argumentan la pequeña historia de mi post, con insistencia en la malsonante, recelosa y perversa resonancia de una manifestación que pudiera traspasar, y que traspasó, los límites de la indiscreción, de la camaradería, del “cotilleo” y del “cabildeo” ocioso y sabelotodo. Exactamente, “cabildear” afina el Diccionario -“palabra de Dios”, por palabra del pueblo-, significa “gestionar con mañas para ganar voluntades en un cuerpo colegiado o corporación”, con reduplicativa relación con “cabildo”, o “comunidad de eclesiásticos capitulares de una iglesia”.

. Apartado importante en tan mínima historia diocesana del término “impresentable” aplicado al Papa Francisco, es el temor a que en la misma se revela acerca de que sus personajes, o personajillos, desde su todavía vigente “todopoderosidad” podría llegar a ser determinante con efectos aún laborales, además de los tradicionalmente rituales y “sagrados”. Una Iglesia en la que en cualquiera de sus capillas, organismos, instituciones, obras o personas, responsables, o representativas, pudieran anidar miedos de cualquier clase o condición, perdería automáticamente su condición de cristiana. Miedos, personas e Iglesia jamás conformarán esquemas de vida.

. Con interpretación verazmente “franciscana”, al Papa Francisco hasta llegaría a resultarle original y simpático el apelativo de “impresentable” con el que se le tacha en una demarcación eclesiástica, española por más señas. En el mare-magnum de obsequiosas descalificaciones que recibe, procedentes de organismos tradicionales y devotos, lo de “impresentable” destaca en el reconocido marco de su característica simplicidad, y por la carga de mendacidad y embusterismo que contiene, encarnada en una figura como la suya, tan cordial, pobre, cercana, humilde, valiente y “franciscana”, interpretada fiel y evangélicamente ante propios y extraños.

. Por si esto no fuera suficiente, al terminar de redactar estas líneas, destacan los medios de comunicación, que el Papa, “impresentable” para algunos miembros de algún reducto diocesano, “ES EL LIDER MEJOR VALORADO” POR LOS ESPAÑOLES“. Y es que el ángulo de visión clerical sigue desviado, tal vez por aquello de que “poder” y “jerarquía” se matrimoniaron en descolorida coyunda, y al servicio de mediocridades rutinarias, de capilletas y de santurronerías.