Ahora ya sabemos cuál es el camino: acostumbrarse a la compañía de Jesús, mirarle y aprender de él. Seguimos dando pasos leyendo Camino de Perfección y comenzamos los capítulos en los que Teresa va explicando el Padrenuestro frase por frase. Es la oración que Jesús ha dado y enseñado a todos sus seguidores para que sepamos cómo hemos de dirigirnos a Dios. Algo que por ser tan sencillo no lo hacemos. Bien porque estamos acostumbrados a recitar el padrenuestro y no le prestamos atención, no nos sirve para dirigirnos desde el fondo de nosotros mismos a Dios como Padre, solo lo repiten nuestros labios de carrerilla. O bien porque no sabemos ver todo el valor que tiene.

Teresa desde el principio del capítulo 27 pone las bases: con rezar el Padrenuestro es suficiente para tener una oración perfecta, basta saber Lo que decimos, a quien se lo decimos, cómo se lo decimos y para q lo decimos. Esta es su propuesta de conocimiento propio y conocimiento de Dios. Que han de ir siempre en paralelo.

Hemos visto anteriormente que para orar necesitamos: soledad, silencio, entrar en el interior, conocer quien soy, conocer a quien me dirijo, estar en compañía de quien ya sé que me ama, Jesús, mirarle y sobre todo dejarme mirar por él. Ahora, puestas las bases, los cimientos de la humildad, verdad y libertad, comienza el diálogo. Tenemos la suerte de tener unas palabras para comenzar, en nuestras relaciones no siempre sucede, y a veces nos complicamos buscando qué decir o cómo decirlo. Aquí ya nos lo ha dado hecho Jesús. Pues a empezar, que el segundo requisito en esta amistad con Dios es la perseverancia y acostumbrarse.

Es interesante la descripción que Teresa hace del cielo, donde está Dios es el cielo y tantas veces hemos imaginado lo que podría ser. De tan sencillo a veces no somos capaces de entenderlo.

Textos para la lectura.

Camino 27, 1. «Padre nuestro que estás en los cielos». ¡Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo y cómo parece vuestro Hijo hijo de tal Padre! ¡Bendito seáis por siempre jamás! ¿No fuera al fin de la oración esta merced, Señor, tan grande?

Camino 27, 5. Pues ¿paréceos, hijas, que es buen maestro éste, pues para aficionarnos a que deprendamos lo que nos enseña, comienza haciéndonos tan gran merced? Pues ¿paréceos ahora que será razón que, aunque digamos vocalmente esta palabra, dejemos de entender con el entendimiento, para que se haga pedazos nuestro corazón con ver tal amor? Pues ¿qué hijo hay en el mundo que no procure saber quién es su padre, cuando le tiene bueno y de tanta majestad y señorío?

Camino 28: En que declara qué es oración de recogimiento, y pónense algunos medios para acostumbrarse a ella.
1. Ahora mirad que dice vuestro Maestro: «Que estás en los cielos». ¿Pensáis que importa poco saber qué cosa es cielo y adónde se ha de buscar vuestro sacratísimo Padre? Pues yo os digo que para entendimientos derramados que importa mucho, no sólo creer esto, sino procurarlo entender por experiencia. Porque es una de las cosas que ata mucho el entendimiento y hace recoger el alma.

Camino 28, 2. Ya sabéis que Dios está en todas partes. Pues claro está que adonde está el rey, allí dicen está la corte. En fin, que adonde está Dios, es el cielo. Sin duda lo podéis creer que adonde está Su Majestad está toda la gloria. Pues mirad que dice San Agustín que le buscaba en muchas partes y que le vino a hallar dentro de sí mismo. ¿Pensáis que importa poco para un alma derramada entender esta verdad y ver que no ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo, ni para regalarse con El, ni ha menester hablar a voces? Por paso que hable, está tan cerca
que nos oirá. Ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a padre, pedirle como a padre, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos, entendiendo que no es digna de ser su hija.

Camino 28,3. Se deje de unos encogimientos que tienen algunas personas y piensan es humildad. Sí, que no está la humildad en que si el rey os hace una merced no la toméis, sino tomarla y entender cuán sobrada os viene y holgaros con ella… No os curéis, hijas, de estas humildades, sino tratad con El como con padre y como con hermano y como con señor y como con esposo; a veces de una manera, a veces de otra, que El os enseñará lo que habéis de hacer para contentarle.

Camino 28, 4. Este modo de rezar, aunque sea vocalmente, con mucha más brevedad se recoge el entendimiento, y es oración que trae consigo muchos bienes. Llámase recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios, y viene con más brevedad a enseñarla su divino Maestro y a darla oración de quietud, que de ninguna otra manera. Porque allí metida consigo misma, puede pensar en la Pasión y representar allí al Hijo y ofrecerle al Padre y no cansar el entendimiento andándole buscando en el monte Calvario y al huerto y a la columna.

Camino 28, 5. Las que de esta manera se pudieren encerrar en este cielo pequeño de nuestra alma, adonde está el que le hizo, y la tierra, y acostumbrar a no mirar ni estar adonde se distraigan estos sentidos exteriores, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar a beber el agua de la fuente, porque camina mucho en poco tiempo.

Camino 28,6. Así, quien va por este camino casi siempre que reza tiene cerrados los ojos, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un hacerse fuerza a no mirar las de acá. Esto al principio, que después no es menester. 7. Y aunque al principio no se entienda esto, por no ser tanto –que hay más y menos en este recogimiento-, si se acostumbra (aunque) al principio dé trabajo, porque el cuerpo torna de su derecho, sin entender que él mismo se corta la cabeza en no darse por vencido), si se usa algunos días y nos hacemos esta fuerza, verse ha claro la ganancia y entenderán, en comenzando a rezar, que se vienen las abejas a la colmena y se entran en ella para labrar la miel, y esto sin cuidado nuestro; porque ha querido el Señor que por el tiempo que le han tenido, se haya merecido estar el alma y voluntad con este señorío, que en haciendo una seña no más de que se quiere recoger, la obedezcan los sentidos y se recojan a ella. Y aunque después tornen a salir, es gran cosa haberse ya rendido.

Camino 28, 8. Entiéndase mucho esto que queda dicho, porque, aunque parece oscuro, se entenderá a quien quisiere obrarlo. Hablemos un poco de cómo nos acostumbraremos a tan buen modo de proceder. Están más seguros de muchas ocasiones; pégase más presto el fuego del amor divino, porque con poquito que soplen con el entendimiento, como están cerca del mismo fuego, con una centellica que le toque se abrasará todo. Como no hay embarazo de lo exterior, estáse sola el alma con su Dios: hay gran aparejo para entenderse. 9. Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal, como a la verdad es así, que no hay edificio de tanta hermosura como una alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras; y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre; y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón.

Camino 28, 10. Todo esto es menester para que entendamos con verdad que hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior.