Documento de laicos a los obispos del país

Llamamos al episcopado de Chile a testimoniar públicamente una verdadera conversión pastoral

“En pleno siglo XXI no hay espacio para este tipo de represión en la Iglesia”l líder de los Legionarios en Chile

Reflexión y Liberación– Con responsabilidad y en conciencia, adherimos plenamente a las palabras del Papa Francisco expuestas con sabiduría en su primer escrito oficial, señalando que la Iglesia no puede seguir como está: “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están” (EG 25), vemos que esta clara reflexión choca con diversos acontecimientos que afectan, dolorosamente, a nuestra Iglesia Católica chilena.

En octubre de 2014 se supo que tres insignes sacerdotes chilenos estaban sometidos secretamente a un proceso de investigación canónica. La acusación anónima afectaba a José Aldunate SJ, Mariano Puga y Felipe Berríos SJ. El hecho despertó indignación social y se activó una inédita campaña de solidaridad y reconocimiento público a esos tres testigos ejemplares del Evangelio. Las autoridades eclesiásticas rehuyeron toda responsabilidad y terminaron acusándose pública y recíprocamente entre el nuncio Ivo Scapolo y el cardenal Ricardo Ezzati.

El hecho ponía en evidencia una cierta falta de libertad de pensamiento y de acción al interior de la Iglesia, comprometiendo derechos fundamentales. Con no poco estupor e incredulidad se comprobaba que en el siglo XXI todavía “Existen violaciones de los derechos humanos en el interior de Iglesia.” (Iglesia: Carisma y poder. L. Boff). Ello pese a que desde el magisterio se declara que “La Iglesia reconoce a todos el derecho a una conveniente libertad de expresión y de pensamiento, lo cual supone también el derecho a que uno sea escuchado en espíritu de diálogo que mantenga una legítima variedad dentro de la Iglesia.” (La justicia en el mundo. Sínodo de los Obispos. Roma 1971).

Recientemente, se ha conocido con perplejidad que el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati Andrello, ha notificado al destacado teólogo Jorge Costadoat SJ, de la no renovación de la misión canónica de enseñar en la Facultad de Teología de la Universidad Católica. La decisión todavía no expresa razones valederas que justifiquen tan severa sanción contra un connotado y reconocido teólogo a nivel internacional.
Con esta medida, la condición fundamental de la libertad teológica queda vulnerada y constituye una medida de amedrentamiento a todos los pensadores e investigadores que se dedican a servir a la Iglesia en la frontera del pensamiento teológico. Surge así una prueba irrefutable de la violación de un derecho fundamental de la persona humana, que se constituye además en una acción coercitiva de la libertad de cátedra.

En pleno siglo XXI no hay espacio para este tipo de represión en la Iglesia, más aun cuando el propio Papa Francisco pide diálogo, misericordia y capacidad de escucha a todos en la comunidad cristiana. Además nos interpela su llamado a “hacer lío” y a construir una “Iglesia pobre para los pobres”…

Se suma a estos gravísimos hechos, la imposición de Juan Barros como obispo de la Diócesis de Osorno marcada por la ausencia de diálogo con la Iglesia pueblo de Dios, junto a una elevada proporción de clero nacional comprometido en delitos de abuso de menores, incluyendo su complicidad, explican un dramático deterioro de la credibilidad y confianza que los ciudadanos chilenos brindan a la Iglesia Católica. En efecto, el 31 de marzo de 2015 se ha hecho pública la Encuesta de Opinión “Imaginacción – Universidad Central”, donde el 73,3% de los ciudadanos tienen “poco o nada de confianza en la Iglesia Católica Chilena”. Esto no puede dejar indiferente a nadie.

La gravedad de esta situación, que compromete seriamente la misión evangelizadora de la Iglesia, ha sido responsablemente puesta en conocimiento de la jerarquía de la Iglesia chilena y de la Iglesia universal por el laicado chileno, no habiendo respuesta alguna. No hemos sido escuchados producto de la falta de diálogo y una excesiva burocracia eclesial. Muy poco asimila nuestra jerarquía el llamado del Papa Francisco cuando señala: “Es verdad que, en nuestra relación con el mundo, se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan… Queda claro que Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo. Ésta no es la opinión de un Papa ni una opción pastoral entre otras posibles; son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas y contundentes que no necesitan interpretaciones que les quiten fuerza interpelante. Vivámoslas “sine glossa”, sin comentarios” (EG 271).

En esta hora histórica de la Iglesia en Chile, caracterizada por la presencia de una grave crisis de entendimiento y credibilidad, que afecta a toda la estructura eclesial de nuestro país, vemos en la base de esto signos inconfundibles de abuso de poder clerical. Como camino de retorno a una auténtica Iglesia de comunión y participación, proponemos abrir un debate abierto y respetuoso atendiendo a los siete criterios que, en su momento, propuso el teólogo y misionero José Comblin:

1. Respetar el servicio de los laicos, basado en los carismas y dones espirituales recibidos, reconociendo la fecundidad y corresponsabilidad de su servicio apostólico.
2. En todas las instancias, desde el concilio ecuménico hasta los consejos parroquiales, los laicos deben tener voz deliberativa y poder para decidir, en comunión con el clero, lo concerniente a cuestiones de doctrina que le atañen directamente.
3. Los laicos deben tener voz activa en las elecciones en todos los niveles desde la elección del Papa hasta la elección de los obispos y párrocos.
4. Los laicos deben tener voz deliberativa en lo que se refiere a la liturgia, a la catequesis y a la organización de la Iglesia.
5. Reconocer que el poder no puede ser concentrado en una sola persona en ninguna instancia eclesial.
6. Actuar con transparencia en las decisiones eclesiales, evitando todo secretismo y manejo de información privilegiada, especialmente en cuestiones como los nombramientos, administración económica y planificación pastoral.
7. Es necesario crear una instancia jurídica independiente, donde los cristianos que se sienten víctimas de injusticias y atropellos eclesiales puedan recurrir con libertad y seguridad para alcanzar justicia y para que sus derechos sean debidamente cautelados. En la actualidad, un laico no tiene defensa frente al clero o a los religiosos; las religiosas no tienen defensa frente al clero; los sacerdotes no tienen defensa frente al obispo; y los obispos no tienen defensa frente al Papa.

Llamamos al episcopado de Chile a testimoniar públicamente una verdadera conversión pastoral, recordando las palabras del Papa Francisco donde pide que: “El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.

En su misión de fomentar una comunión dinámica, abierta y misionera, tendrá que alentar y procurar la maduración de los mecanismos de participación que propone el Código de Derecho Canónico y otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de escuchar a todos y no sólo a algunos que le acaricien los oídos.” (EG 31).

Marta Cruz Coke Mónica Echeverría
María Jesús Martínez Isabel Margarita Morel
Andrés Aylwin A. Juan Subercaseaux A.
Alfredo Barahona Juan Carlos Claret P.
Roberto Celedón Matilde Chonchol
Jaime Escobar M. Marco Antonio Velásquez