Comenzamos poco a poco, casi sin darnos cuenta a ir entrando en la dinámica oracional que propone Teresa, sencilla como la vida, diaria, cotidiana, en nuestros quehaceres, en nuestras cosas más ordinarias. Allí comienza el diálogo, porque empezamos a tomar conciencia de quien soy yo y qué estoy haciendo, para quién y por qué. Empiezo a buscar la verdad de lo que soy y de cuanto me rodea, y es en ese diálogo y en esa búsqueda donde surgen las respuestas, porque el Espíritu Santo nos habla a través de todo.

No consiste la oración en lo que yo hago (rezo muchas oraciones) o en lo que pienso (medito sobre los misterios de Cristo), todo esto es bueno, ayuda a disponer el corazón para escuchar y acoger lo que Dios habla. Tenemos ya una palabra suya, las Escrituras, podemos leer el Evangelio y así encontraremos luz para entender cómo vivió y actuó Jesús. Pero la oración es lo que Dios habla, hace falta escuchar y para eso es necesario la soledad con nuestro interlocutor y el silencio. Luego hay que comprender y acoger su verdad, la suya, no lo que yo pienso, es cuándo empezará a desmontar los esquemas de las propias creencias y él irá transformándome hacia la verdad que libera. Lo importante es esa obra diaria que el Espíritu Santo va haciendo en mi interior y que, casi sin darnos cuentas, va transformando la forma de comprender la vida.

Escuchar significa ir más allá de lo que oímos, poner toda la capacidad de atención para ver que nos dice y que no nos dice quien comparte nuestra soledad. Escuchar es tener la capacidad de ponernos en lugar del otro, dejando a un lado los prejuicios y mostrando una total apertura con capacidad de asombro. Hay que empezar por una “atención a lo interior” (Juan de la cruz) y estar con él. ¿Sabemos “estar” sin hacer ni decir nada más? Ahí comienza la oración: verbos claves en las explicaciones de Teresa: estar, mirar, comprender o entender y amar.

Teresa en pocas palabras explica las formas de oración: vocal, mental y contemplación (era mucha la confusión y engaño de su época, ella es clara y precisa): 1.- “la oración mental es pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. Pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental. No penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre. 2.- Rezar el Paternóster y Avemaría o lo que quisiereis, es oración vocal. En estas dos cosas podemos algo nosotros, con el favor de Dios; en la contemplación que ahora dije, ninguna cosa: Su Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya sobre nuestro natural”.

Textos para la lectura.

Camino 24,1: Trata cómo se ha de rezar oración vocal con perfección, y cuán junta anda con ella la mental.

Pues lo que quiero ahora aconsejaros es cómo habéis de rezar vocalmente, porque es razón entendáis lo que decís… Lo que yo querría hiciésemos nosotras, hijas, es que no nos contentemos con solo eso. Porque cuando digo «credo», razón me parece será que entienda y sepa lo que creo; y cuando «Padre nuestro», amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración.

4. Pues cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía El siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento. Ya esto dicho se está que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o pensar en lo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunos tiempos que, o de malos humores o flaqueza de cabeza, que aunque más lo procura no puede, o que permite Dios días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo, y aunque se afligen y procuran quietarse, no pueden ni están en lo que dicen, aunque más hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según anda desbaratado.

5. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa suya. Y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino como enferma procure dar alivio a su alma: entienda en otra obra de virtud. Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas, y plega a Dios que baste, como digo, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que está callado? Aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón. Y bien es consideremos somos cada una de nosotras a quien enseñó esta oración y que nos la está mostrando, pues nunca el maestro está tan lejos del discípulo que sea menester dar voces, sino muy junto. Esto quiero yo entendáis vosotras os conviene para rezar bien el Paternóster: no se apartar de cabe el Maestro que os le mostró.

6. Diréis que ya esto es consideración, que no podéis ni aun queréissino rezar vocalmente… Tenéis razón en decir que ya es oración mental. Mas yo os digo, cierto, que no sé cómo lo aparte, si ha de ser bien rezado lo vocal y entendiendo con quién hablamos. Y aun es obligación que procuremos rezar con advertencia. Y aun plega a Dios que con estos remedios vaya bien rezado el Paternóster y no acabemos en otra cosa impertinente. Yo lo he probado algunas veces, y el mejor remedio que hallo es procurar tener el pensamiento en quien enderezó las palabras. Por eso tened paciencia y procurad hacer costumbre de cosa tan necesaria.

Camino 25,2: entiende que sin ruido de palabras le está enseñando este Maestro divino, suspendiendo las potencias, porque entonces antes dañarían que aprovecharían si obrasen. Gozan sin entender cómo gozan. Está el alma abrasándose en amor y no entiende cómo ama. Conoce que goza de lo que ama y no sabe cómo lo goza. Bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle. Abrázale la voluntad sin entender cómo. Mas en pudiendo entender algo, ve que no es éste bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo, que en fin da como quien es. Esta, hijas, es contemplación perfecta.

3. Ahora entenderéis la diferencia que hay de ella a la oración mental, que es lo que queda dicho: pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. Pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental. No penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster y Avemaría o lo que quisiereis, es oración vocal. En estas dos cosas podemos algo nosotros, con el favor de Dios; en la contemplación que ahora dije, ninguna cosa: Su Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya sobre nuestro natural.

Camino 26: En que va declarando el modo para recoger el pensamiento. –Pone medios para ello. -Es capítulo muy provechoso para los que comienzan oración.

1. Ahora, pues, tornemos a nuestra oración vocal… Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. Pues ¿qué mejor que la del mismo maestro que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando. Y creedme, mientras pudiereis no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos y El ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; tenerle heis en todas partes: ¿pensáis que es poco un tal amigo al lado?

2. ¡Oh hermanas, las que no podéis tener mucho discurso del entendimiento ni podéis tener el pensamiento sin divertiros!, ¡acostumbraos, acostumbraos! Mirad que sé yo que podéis hacer esto, porque pasé muchos años por este trabajo de no poder sosegar el pensamiento en una cosa, y eslo muy grande. Mas sé que no nos deja el Señor tan desiertos, que si llegamos con humildad a pedírselo, no nos acompañe. Y si en un año no pudiéremos salir con ello, sea en más. No nos duela el tiempo en cosa que tan bien se gasta. ¿Quién va tras nosotros? Digo que esto, que puede acostumbrarse a ello, y trabajar andar cabe este verdadero Maestro.

Mª Rosa Bonilla