“PORQUE EL ES BUENO, NO HEMOS DE SER DESCOMEDIDOS”

V CENTENARIO SANTA TERESA

Vuelve a parecer la insistencia de Teresa a que no tengamos miedo de los peligros que puedan ir surgiendo en este camino, se recorre en la paz de la confianza que da saber que se está en la Verdad. Es una certeza que no se fundamenta en palabras, sino en una vida hecha de amor, desprendimiento y humildad. La oración se comienza por unas actitudes y termina en una determinada forma de obrar siendo consciente en cada momento de nuestro propio hacemos y de lo que nos mueve a hacerlo. Para Teresa estas son las tres palabras claves: amor, desasimiento y humildad (C 4, 3); esta es su experiencia de lo verdaderamente humano, real y concreto que encuentra su fundamento en el encuentro de Teresa con Cristo, para no dejar que la oración sea algo que de tan espiritual se hace ilusorio, la oración no se reduce a un espacio o a un tiempo, la oración es la propia vida.

Y puestas las bases para recorrer el camino en la paz interior y exterior, comienza a ver Teresa cómo es esta relación y este diálogo con el Amigo que nos acompaña. Parece algo obvio lo que ella presenta como lo primero: saber quién soy y quién es el interlocutor a quien me dirijo, saber cómo he de tratarle y pensar qué voy a decirle. Algo de lo más común y natural en cualquier conversación, eso si, entre personas que saben lo que se traen entre manos y son conscientes de sí misma y de cuanto hacen. Porque en demasiadas ocasiones vivimos a “bulto”, es decir, que hacemos y decimos como autómatas sin saber lo qué hacemos y porqué lo hacemos.

Quiero llamar la atención sobre una frase para que no cree confusión respecto a lo que hablamos la semana pasada sobre las distracciones. Teresa dice: “No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas”. Cuidado, con esta frase alude a la advertencia consciente de nuestro pensamiento, las distracciones volverán una y otra vez, no hay que hacerles caso ni darles importancia, solo dejarlas pasar y cuando nos demos cuenta que estamos pensando en otra cosa, suavemente, volver a centrar el pensamiento en lo que queremos hacer. Lo importante es la determinación que nos motiva, “los caballos desbocados” seguirán galopando.

Textos para la lectura.

Camino 21, 5. Por eso, ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os pintaren. Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino adonde hay tantos ladrones, sin peligros, y a ganar un gran tesoro. Pues bueno anda el mundo para que os le dejen tomar en paz; sino que por un maravedí de interés se pondrán a no dormir muchas noches y a desasosegaros cuerpo y alma.

7.- Quien os dijere que esto es peligro, tenedle a él por el mismo peligro y huid de él. Y no se os olvide, que por ventura habéis menester este consejo. Peligro será no tener humildad y las otras virtudes; mas camino de oración camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a algunos que tenían oración, al parecer.

10.- Nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino. Dejaos -como he dicho- de temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere, declaradle con humildad el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin cesar -que así nos lo manda- y que la habéis de guardar. Si os dijeren que sea vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que decís. Si os dijeren que sí -que no podrán decir otra cosa, veis adonde confiesan que habéis forzado de tener oración mental, y aun contemplación, si os la diere Dios allí.

Camino 22, 1. Sabed, hijas, que no está la falta para ser o no ser oración mental en tener cerrada la boca. Si hablando, estoy enteramente entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras que digo, junto está oración mental y vocal… Mas si habéis de estar, como es razón se esté, hablando con tan gran Señor, que es bien estéis mirando con quién habláis y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza. Porque ¿cómo podéis llamar al rey Alteza, ni saber las ceremonias que se hacen para hablar a un grande, si no entendéis bien qué estado tiene y qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de hacer el acatamiento, y conforme al uso, porque aun esto es menester también que sepáis. Pues ¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador? ¿Cómo se puede sufrir? Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.

3. Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal, que es cosa dañosa ir con miedo este camino. Importa mucho entender que vais bien, ¿Quién puede decir es mal, si comenzamos a rezar las Horas o el rosario, que comience a pensar con quién va a hablar y quién es el que habla, para ver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo mucho que hay que hacer en entender estos dos puntos se hiciese bien, que primero que comencéis la oración vocal que vais a rezar, ocupéis harto tiempo en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipe con el descuido que a un labrador, o como con una pobre como nosotras, que como quiera que nos hablaren va bien.

4. Razón es que, ya que por la humildad de este Rey, si como grosera no sé hablar con él, no por eso me deja de oír ni me deja de llegar a sí ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien los ángeles que están allí la condición de su Rey, que gusta más de estas groserías de un pastorcito humilde que ve que si más supiera más dijera, que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad. Así que no porque El sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos. Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe sí una como yo, es bien que procuremos conocer su limpieza y quién es.

7. Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede, su querer es obrar ¿por qué nos han de quitar que procuremos entender quién es este hombre y quién es su Padre y qué tierra es ésta adonde me ha de llevar y qué bienes son los que promete darme, qué condición tiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar cómo haré mi condición que conforme con la suya? No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto hace no entender qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. Plega al Señor lo sepamos obrar, amén.

Camino 23, 1: Pues digo que va muy mucho en comenzar con gran determinación, por tantas causas que sería alargarme mucho si las dijese. Solas dos o tres os quiero, hermanas, decir: La una es que no es razón que a quien tanto nos ha dado y continuo da, que una cosa que nos queremos determinar a darle, no se lo dar con toda determinación sino como quien presta una cosa para tornarla a tomar, con razón le parecerá poquedad y muy poco amor, que aun una cosita suya no quiere dejar en su poder, siquiera por señal de amor. 3. Llamo «del todo», porque no se entiende que dejarlo algún día, o algunos, por ocupaciones justas o por cualquier indisposición, es tomársele ya. La intención esté firme, que no es nada delicado mi Dios: no mira en menudencias.
4. Otra causa es porque el demonio no tiene tanta mano para tentar. Ha gran miedo a ánimas determinadas.
5. La otra cosa es -y que hace mucho al caso- que pelea con más ánimo. Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás.

Mª Rosa Bonilla