22 febrero. Domingo 1º de Cuaresma – Ciclo B

Evangelio según san Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Comienza la vida pública de Jesús. Él es la promesa de Dios. Acaba de venir de Galilea. No de Judea. Se ha incorporado al movimiento de protesta de Juan. Será el Espíritu quien dirija sus pasos durante todos sus pasos. Será un camino como el de su pueblo por el desierto en busca de la plena liberación. El Espíritu será su luz, su fuerza e incluso su vida cuando caiga derrotado. La aventura de Jesús, como la aventura de la iglesia, como la de cualquiera de nosotros no será posible sino es guiada, fortalecida por el Espíritu.

Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; Podemos considerar nuestra vida como muy larga o como un soplo. Pero en este desértico caminar la tentación de abandono será muy frecuente y hasta comprensible. Algunos tiramos la toalla más de una vez. El poder, el dinero, el placer nos resultarán mucho más atractivos que el caminar hacia la región de la libertad. Si nos falta el empuje del Espíritu de Dios todo parecerá un absurdo.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Las autoridades de Judea no aguantaron la presencia ni el discurso de Juan el que bautizaba en el Jordán. Jesús no venía con la intención de enredar sino con la misión de anunciar una nueva era para los hombres. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» El reino de Dios era una nueva época para que los hombres aprendieran lo que es libertad, fraternidad e igualdad de todos ante Dios Padre.

“Se ha cumplido el plazo”. No hablaba de la muerte de nadie. Hablaba del fin de una etapa de la historia. Quizá Jesús pensó, por entonces, sólo en Israel. Pero el Espíritu fue abriendo su mente hasta comprender que su misión era cambiar la Historia de los hombres. Eso es creer en el Evangelio.

Luis Alemán Mur