Cardenal Marx: “La indisolubilidad del matrimonio no es producto de los cónyuges, sino promesa de Cristo”

“Los divorciados vueltos a casar deben experimentar la Iglesia como patria”

“Es necesario hablar sobre cuestiones de sexualidad, matrimonio y familia”

La recomendación eclesiástica de una convivencia conyugal sin intimidad sexual aísla lo sexual y lo desintegra del pleno amor mutuo

Cardenal Marx pide “leer con respeto los textos de Lutero y sacar provecho de sus ideas”

Marx: “La palabra exclusión no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia”


El presidente de la Conferencia episcopal alemana, Cardenal Reinhard Marx, presentó la posición de la misma en las deliberaciones del Sínodo Extraordinario de Obispos el 9 de octubre de 2014. En la primera semana de las deliberaciones sinodales se había pedido a los padres sinodales que expresaran sus opiniones en el Pleno. Éste es el texto íntegro de la intervención del purpurado alemán en el aula sinodal.

En Alemania se discute desde hace muchos años la pregunta por una pastoral matrimonial y familiar fundada actual y teológicamente. Los obispos alemanes celebran que el Papa Francisco haya convocado un Sínodo episcopal sobre el tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” y que para la preparación de las deliberaciones haya enviado un cuestionario a las Conferencias Episcopales con la petición de incluir las respuestas de las comunidades.

El cuestionario encontró un positivo eco en las comunidades y asociaciones de la Iglesia en Alemania, de modo que fue posible dar una descripción realista de la situación presente del matrimonio y la familia (1).

Las respuestas al cuestionario dejan ver una actitud ambivalente de los creyentes respecto a la doctrina de la Iglesia. Por una parte, para los creyentes y para los alemanes en general una pareja y una familia bien logradas forman parte de una vida feliz y llena de sentido. También los estudios sociológicos -en particular los estudios acerca de la juventud- muestran desde hace muchos años un alto aprecio por la vida de pareja y la familia. Además, muchos creyentes dan un impresionante testimonio de una vida matrimonial y familiar caracterizada por el mutuo amor, responsabilidad y fidelidad.

Por otra parte, la expresión de la doctrina eclesial acerca de la vida en común previa al matrimonio, de la regulación de la natalidad, del quiebre matrimonial y segundas nupcias y de las relaciones homosexuales chocan con la incomprensión de muchos. En especial el trato de la Iglesia con los creyentes cuyo matrimonio ha fracasado y que tras el divorcio han contraído un nuevo matrimonio civil se percibe como un escándalo.

En esta situación, los obispos alemanes estiman necesario volver a ser capaces de hablar acerca de las cuestiones de sexualidad, matrimonio y familia, y esperan del Sínodo nuevas propuestas. Ellos han creado una iniciativa para la pastoral matrimonial, que debe distinguirse por un fuerte compromiso en este campo. En esto es necesario aclarar en particular el carácter sacramental del matrimonio: la indisolubilidad del matrimonio no es producto de los cónyuges, sino promesa de Cristo. Ella es siempre también gracia. Nosotros elaboraremos en el próximo tiempo una palabra detallada acerca del matrimonio y la familia y para ello incluiremos también las deliberaciones aquí en el Sínodo (2).

Por supuesto, tampoco una mejor pastoral y preparación matrimonial podrán impedir que hay matrimonios que fracasen. La búsqueda de un acompañamiento teológicamente responsable y pastoralmente adecuado para los católicos cuyo matrimonio se ha roto y se encuentran civilmente divorciados y vueltos a casar, forma parte -como también lo destaca el Instrumentum laboris (n. 89-ss.)- de los desafíos urgentes a nivel mundial de la pastoral matrimonial y familiar. El divorcio civil y el nuevo matrimonio provocan a menudo un proceso de distanciamiento de la Iglesia o aumentan la distancia que ya existe con ella. A menudo este proceso lleva a dar la espalda a la fe cristiana.

Por esto, la Conferencia episcopal alemana quiere reforzar el acompañamiento pastoral a los creyentes cuyo matrimonio se ha roto y han contraído una nueva unión. Como todos los creyentes, también ellos deben experimentar la Iglesia como patria y deben poder participar activamente de su vida. Una tarea importante es ayudarlos a procesar psicológica y teológicamente la ruptura de su comunidad de vida matrimonial, animarlos a continuar o renovar su participación activa en la vida de la Iglesia, y apoyarlos en su esfuerzo por llevar una vida según la fe (3).

Una pastoral orientada por estos principios fundamentales no puede eludir la pregunta acerca de una posible admisión de divorciados vueltos a casar al sacramento de la Penitencia y a la Comunión sacramental. Si el matrimonio eclesiástico no puede ser anulado, según normas canónicas actualmente vigentes, ellos pueden ser admitidos a la Comunión solo bajo dos condiciones: si vuelven a formar pareja con su primer cónyuge, o si renuncian a la consumación sexual en la nueva relación. Ambas recomendaciones son, sin embargo, problemáticas.

Al entrar en una nueva relación, y con mayor razón al contraer matrimonio civil, los cónyuges han asumido obligaciones morales frente a la nueva pareja y, dado el caso, frente a los hijos; obligaciones que no pueden ser desatendidas. La terminación o recisión de ese matrimonio destruiría en muchos casos una realidad moral y causaría graves daños morales. La recomendación eclesiástica de una convivencia conyugal sin intimidad sexual aparece a muchos afectados como moralmente cuestionable, porque aísla lo sexual y lo desintegra del pleno amor mutuo del hombre y la mujer. Esta recomendación sobreexige a los afectados en la regla y se parece a la elección de una forma de vida celibataria a la que empero ellos no están llamados. No pocos pastores admiten por eso a la Comunión también a divorciados vueltos a casar.

El Consejo permanente de la Conferencia episcopal alemana el 24 de junio de 2014 ha aprobado con una gran mayoría  consideraciones referentes a encontrar caminos adecuados y teológicamente responsables que pueden acompañar a divorciados que se han vuelto a casar. Estas consideraciones se ocupan con detalle de las cuestiones teológicas para la admisión de los divorciados vueltos a casar a la penitencia y a la comunión. En esto se consideran opiniones del reciente debate sobre el tema que no ha concluido.

Desde la perspectiva de los obispos alemanes sería falso admitir a los sacramentos a todos los creyentes divorciados, separados y vueltos a casar por civil. Es necesario encontrar soluciones diferenciadas que hagan justicia a los casos concretos y que luego se apliquen, si el  matrimonio no se puede anular. 

Según la experiencia pastoral y las reflexiones teológicas convenientes, la mayoría de los obispos alemanes hacen propia la alocución de Kasper en el Consistorio del 21 de febrero de 2014: “Pero, cuando un divorciado vuelto a casar se arrepiente de haber fallado en su primer matrimonio; cuando aclaradas las obligaciones del primer matrimonio es definitivamente imposible que regrese a él; cuando no puede abandonar sin mayores perjuicios los compromisos asumidos con el nuevo compromiso civil; cuando se esfuerza para vivir el segundo matrimonio según la fe y educa en ella a sus niños; cuando desea los sacramentos como fuente de vigor en su situación, ¿debemos y podemos negarle, después de un periodo de reorientación, el acceso a los sacramentos de la Penitencia y la Comunión?” (4).

Los obispos alemanes tienen la esperanza de que el Sínodo episcopal también encuentre respuestas teológicamente responsables y pastoralmente adecuadas a esta pregunta, las cuales puedan ser presentada al Santo Padre para una decisión.