“NO SE NEGOCIA BIEN CON DIOS A FUERZA DE BRAZOS”

(V CENTENARIO SANTA TERESA)

En el segundo modo de regar el huerto que describe Teresa nos hemos “ido acostumbrando”, hemos desbrozado algo la selva de nuestro mundo interior y comenzamos a ver y entender con un poco de más facilidad todo este proceso de conocimiento propio. Describe este segundo modo en el libro de la Vida capítulos 14 y 15.

Aconsejo no enredarse en la terminología que usa Teresa, ya que puede confundirnos por la diferencia que hoy damos a las palabras. Ella llama a este segundo paso “oración de quietud”, porque ya no requiere que hagamos tanto esfuerzo, ahora empezamos a sentir los “regalos”, la “suavidad” de la gracia, es decir, lo que Dios hace. Se trata de “recogerse”, entrar dentro de sí sin esfuerzo personal, sino casi sin sentir empezamos a dejar a un lado la dispersión.

Es algo que se llega a reconocer con la experiencia, si nunca se ha experimentado no se entenderá del todo por una simple descripción, hay que llegar a experimentar lo que es este “recogerse”: la persona empieza a vivir unitariamente, sin disgregación; tiene mayor capacidad de entender lo que le sucede y lo que sucede a su alrededor. Se empieza a vivir con una mirada distinta, hay una luz interior, junto con paz y sosiego que invita a vivir con una consciencia de cuanto se hace y se es.

Este cambio de la persona comienza a tener un fruto: las virtudes. Pero aun no hemos llegado al final del camino. Queda mucho por recorrer y ahí está Teresa para advertir los peligros y ayudar a clarificar lo que vamos sintiendo en esta experiencia del mundo interior que es tan desconocido.

Una clave: Dios está tan cerca que no necesita “mensajeros sino hablar ella misma con El”. Esto es la oración: hablar con este Amigo, compañero y huésped, un diálogo entre buenos amigos. Y a medida que se conocen es más fácil dialogar y se hace con mayor fluidez.

Textos para la lectura:

Vida 14, 2. Aquí se comienza a recoger el alma, toca ya aquí cosa sobrenatural, porque en ninguna manera ella puede ganar aquello por diligencias que haga. Verdad es que parece que algún tiempo se ha cansado en andar el torno y trabajar con el entendimiento y henchídose los arcaduces; mas aquí está el agua más alto y así se trabaja muy menos que en sacarlo del pozo. Digo que está más cerca el agua, porque la gracia dase más claramente a conocer al alma.

Esto es un recogerse las potencias dentro de sí para gozar de aquel contento con más gusto; mas no se pierden ni se duermen; sola la voluntad se ocupa de manera que, sin saber cómo, se cautiva…

3. Las otras dos potencias ayudan a la voluntad para que vaya haciéndose hábil para gozar de tanto bien, puesto que algunas veces, aun estando unida la voluntad, acaece desayudar harto; mas entonces no haga caso de ellas, sino estése en su gozo y quietud; porque, si las quiere recoger, ella y ellas perderán…

4. Pues todo esto que pasa aquí es con grandísimo consuelo y con tan poco trabajo, que no cansa la oración, aunque dure mucho rato; porque el entendimiento obra aquí muy paso a paso y saca muy mucha más agua que no sacaba del pozo…

5. Este agua de grandes bienes y mercedes que el Señor da aquí, hacen crecer las virtudes muy más sin comparación que en la… porque comienza Su Majestad a comunicarse a esta alma y quiere que sienta ella cómo se le comunica… Quiere Dios por su grandeza que entienda esta alma que está Su Majestad tan cerca de ella que ya no ha menester enviarle mensajeros, sino hablar ella misma con El, y no a voces, porque está ya tan cerca que en meneando los labios la entiende.

8. Querría mucho el Señor me favoreciese para poner los efectos que obran en el alma estas cosas, que ya comienzan a ser sobrenaturales, para que se entienda por los efectos cuándo es espíritu de Dios

Vida 15: Trata de cómo hay muchas almas que lleguen a tener esta oración y pocas que pasen adelante. Esta quietud y recogimiento del alma es cosa que se siente mucho en la satisfacción y paz que en ella se pone, con grandísimo contento y sosiego de las potencias y muy suave deleite. Parécele -como no ha llegado a más- que no le queda qué desear y que de buena gana diría con San Pedro que fuese allí su morada. No osa bullirse ni menearse, que de entre las manos le parece se le ha de ir aquel bien; ni resolgar algunas veces no querría. No entiende la pobrecita que, pues ella por sí no pudo nada para traer a sí aquel bien, que menos podrá detenerle más de lo que el Señor quisiere… como la voluntad está unida con Dios, no se pierde la quietud y el sosiego.

2.- Y va mucho en que el alma que llega aquí conozca la dignidad grande en que está y la gran merced que le ha hecho el Señor y desventurada será si torna atrás.

4. Es, pues, esta oración una centellica que comienza el Señor a encender en el alma del verdadero amor suyo, y quiere
que el alma vaya entendiendo qué cosa es este amor con regalo, esta quietud y
recogimiento y centellica, si es espíritu de Dios. Aunque a quien tiene experiencia es imposible no entender luego que no es cosa que se puede adquirir, sino que este natural nuestro es tan ganoso de cosas sabrosas que todo lo prueba.

6. Lo que ha de hacer el alma en los tiempos de esta quietud, no es más de con suavidad y sin ruido. Llamo «ruido» andar con el entendimiento buscando muchas palabras y consideraciones para dar gracias de este beneficio y amontonar pecados suyos y faltas para ver que no lo merece… La voluntad, con sosiego y cordura, entienda que no se negocia bien con Dios a fuerza de brazos, y con humildad diga: «Señor, ¿qué puedo yo aquí? ¿Qué tiene que ver la sierva con el Señor, y la tierra con el cielo?», o palabras que se ofrecen aquí de amor, fundada mucho en conocer
que es verdad lo que dice, y no haga caso del entendimiento, que es un moledor.

Así que en estos tiempos de quietud, dejar descansar el alma con su descanso. Aquí no hay que argüir, sino que conocer lo que somos con llaneza.

14.- queda una señal de que estuvo allí el Señor, que es levantarse presto, y éstas que ahora diré: -cuando es espíritu de Dios, no es menester andar rastreando cosas para sacar humildad y confusión, porque el mismo Señor la da de manera bien diferente de la que nosotros podemos ganar con nuestras consideracioncillas, que no son nada en comparación de una verdadera humildad… el conocimiento que da Dios para que conozcamos que ningún bien tenemos de nosotros, y mientras mayores mercedes, más.

Pone un gran deseo de ir adelante en la oración y no la dejar por ninguna cosa.

-A todo se ofrece.

-Una seguridad, con humildad y temor, de que ha de salvarse.

-Echa luego el temor servil del alma y pónele el fiel temor muy más crecido.

-Ve que se le comienza un amor con Dios muy sin interés suyo.

-Desea ratos de soledad para gozar más de aquel bien.

Rosa Bonilla