Salmo 22, 1-6
R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

El Señor es mi pastor, nada me falta.

Quizá sea este el salmo más conocido, el más repetido. Es como un acto de fe.
Pero es diferente que lo recite un pobre o un rico. Eso de que nada me falta, tiene un sentido si tienes el vientre y la cartera llena o si estás pidiendo a las puertas de un templo o viajas en una patera.

Preparas una mesa ante mí.
Solo puede ser la mesa rodeada de hermanos. Hoy día la mesa para uno, no debería llamarse mesa del Señor.

Luis Alemán Mur