Con motivo de la retirada de la así denominada “ley del aborto” por parte del Gobierno, algunos han opinado que los católicos “no podemos” votar al Partido Popular (sin duda con buenos argumentos, que hubieran valido más o menos igual hace unos años). Lejos de mi pretender incitar a nadie a votar a un partido u otro. Pero el supuesto de que “el voto católico” debe o no dirigirse a una determinada opción política da que pensar. Si se identifica el “voto católico” con el voto a un partido de derechas mayoritario, la conclusión es que hay un considerable número de ciudadanos católicos. Pero si ahora se dice que los católicos no podemos votar a ese partido que habría hasta ahora recogido, supuestamente, nuestro voto, y que sólo la abstención o el voto a opciones políticas minoritarias es católico, quedará claro que los católicos somos minoría. En realidad no va a ocurrir nada de esto, porque aquí también funcionan “las mayorías silenciosas” de católicos, de uno u otro signo, que viven su fe y su piedad sin estridencias.

Según estadísticas fiables, en España, hay un 29,2% de católicos practicantes; un 51,3 % de católicos no practicantes; los no creyentes serían un 8,9%, los ateos 7,6%, y creyentes de otras religiones 2,1%. Si comparamos estas cifras con el número de votantes de los distintos partidos, queda muy claro que no existe el “voto católico”. Existen ciudadanos católicos, que votan a distintos partidos. Conscientes, supongo yo, de que ningún programa político se identifica con el Evangelio. Y conscientes de que, al final, el voto político siempre es un mal menor. Porque al votar un programa, voto un conjunto de propuestas, algunas difícilmente compatibles con el Evangelio. Por tanto, al votar, valoramos cuál es el conjunto menos malo o el que más se acerca (no el que se identifica) a mi conciencia. Ahora bien, si solo consideramos católicos practicantes, coherentes, serios y dignos a los que voten a esos partidos que recomiendan los que dicen que los católicos ya no podemos votar al Partido Popular, quedará más claro que nunca que los católicos somos un grupo minoritario, por no decir marginal.

Nadie puede pretender otorgar certificados de “voto católico” y decir a quién debe o no votar el ciudadano católico. La Conferencia Episcopal, en algunos momentos, ha ofrecido criterios para orientar el voto de los católicos. Criterios sí. Poner nombres de partidos y decir a quién sí y a quién no, es otra cosa, que se presta a que, vistos los resultados, alguien argumente que los católicos tenemos poco que decir en cuestiones económicas, políticas y sociales, porque somos pocos. Y no es así. Somos muchos. Y tenemos mucho que decir. Y decirlo como católicos, sí, pero sin confundir el ser católico con votar o no votar a un partido concreto.

En Suiza, los ciudadanos no votan sólo a sus representantes políticos. Votan también otros asuntos locales, cantonales o nacionales. Eso es lo que convendría lograr en España: obtener un número suficiente de firmas para poner a votación una pregunta clara y directa: ¿está usted de acuerdo con que se promulgue, se suprima o se reforme una determinada ley?

Blog de: Martín Gelabert Ballester, OP