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7 de sept. Domingo 22 tiempo ordinario

Mateo (18,15-20):

«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.

Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos.

Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo.

Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. “Si tu hermano peca“. Otros autores, los más importantes, traducen “si tu hermano te ofende“. Es decir, nuestro concepto de pecado no coincide con la idea de pecado evangélico. Pecar, en boca de Jesús, es ofender al hermano. La medida es el trato con el hermano. Por eso en el versículo 35 termina: “Pues lo mismos os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón, cada uno a su hermano”. Y es que hemos trastocado hasta las palabras más básicas de Jesús.

Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. El derecho heredado de la Torá era que algo era considerado verdad social si lo atestiguaban dos testigos (Dt 19-15)

Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. La comunidad tiene la última palabra. La comunidad de hermanos tiene para Jesús la enorme belleza y la enorme responsabilidad de reflejar el Rostro de Dios.

Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. La verdad teológica, tan manoseada por la Jerarquía, auténticamente evangélica está en la audaz afirmación de este evangelio. Cuando los señores cardenales se reúnen en la Capilla Sixtina se reúnen en base a este evangelio. Pero como siempre, este como todo el Evangelio ha pasado a manos de la clerecía. Y ni aquí como en ninguna página de los evangelios de Jesús se hace la más mínima alusión al clero cristiano. Pero esto ocurre porque la comunidad de hermanos creyentes en Jesús, nos fiamos más de la autoridad que de las palabras del Maestro.

Luis Alemán Mur