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 22 de junio Corpus Christi
Jn 6,51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Disputaban los judíos entre sí: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

« El que coma de este pan vivirá para siempre Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Aquí se suman dos formas de expresión. Una la hebrea y otra la platónica. La hebrea es densa en simbolismos: Israel vivió una fe dura en medio de una realidad histórica áspera. A Iavhé tuvo que buscarlo en medio de símbolos: el fuego, el agua, la tierra, el monte, el pan…etc. Pero en este evagelio también influye cierto platonismo propio en la comunidad de Juan. Platonismo es esa corriente espiritualista que diviniza la materia, la carne. Y a veces el platonismo griego ha podido en nuestra teología cristiana incluso más que la visión hebrea.

Disputaban los judíos entre sí: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Juan recoge la pregunta de los judíos. Todavía en el siglo XIII, mil trescientos años después de Jesús, dos santos tan católicos y tan sabios como Tomás de Aquino y Buenaventura advierten que “Cristo no está encerrado en el tabernáculo; allí están, sí, las especies sacramentales u hostias consagradas”. “Las especies realizan para nosotros la presencia corporal de Cristo, pero de manera espiritual”. Los dos teólogos están de acuerdo: “Cristo no se traslada desde el Cielo al altar, no se hace pequeño para esconderse misteriosamente en una hostia consagrada“. (Documento al sínodo romano por el asunto Berengario. Todo esto en el siglo XIII)

«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Nosotros no despedazamos a Cristo con nuestros dientes, “a Cristo no lo comemos en su corporeidad, ni lo masticamos con los dientes” (Sant. Tomás) Explicación no sensualista del evangelio. Puede que el día que se entienda la eucaristía, sepamos qué es liturgia, qué es la misa y qué es la iglesia. El pan de Jesús, el cuerpo de Jesús ¿no será su forma de vivir, su forma de pensar y su forma de amar? Y su sangre ¿no será poner esa forma de amar y de vivir por encima de todo?

Luis Alemán Mur.