(EXISTEN VERSIONES DESCARGABLES EN https://www.luis-aleman.info/historico-evangelio/)

15 de junio Santísima Trinidad

Juan 3,16-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Santísima Trinidad. Uno de esos misterios que nos gustan tanto a los católicos. Uno de esos misterios que torturan no solo a los niños que van hacer la 1ª comunión, sino a los catequistas que los preparan. Uno de esos misterios que atraen a los que han convertido la fe cristiana en un misterio. Incluso proliferan hoy los ateos que predican que si no hay misterio no hay religión.

Karl Barth es considerado por muchos el teólogo protestante más grande del siglo XX. Además, se le consideró el más cercano a lo católico. Invitado al Concilio Vaticano II, se asombró (irónicamente) de lo mucho que sabíamos los católicos sobre Dios.

Raimon Panikkar escribió un bellísimo libro: El silencio de Buddha para demostrar que el, considerado por muchos, ateísmo de Buddha no era sino la confesión de que sobre Dios solo cabe el silencio. Para Buddha, cualquier afirmación sobre la esencia de Dios será equivocada.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Esto no lo anuncia el cristiano como un misterio. Lo anuncia como una asombrosa realidad. Juan Mateos, el gran conocedor del Nuevo Testamento llega a decir que este amor de Dios al hombre, es el único gran misterio de nuestra fe.

Este amor de Dios al hombre, es al hombre tal como es. Tendremos hambre, nos comerá la miseria, nos cortaran la luz, pero no perdamos nuestra fe en Jesús, aquel de Nazaret.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Viene Dios para salvar. Mal que les pese a muchos justicieros. Mal que nos pese a los que imploramos una justicia vengativa. Tendremos que revisar continuamente nuestra visión de lo que es el Dios de Jesús. En la historia hubo épocas amenazadoras de hombres patrocinadas, a veces, por católicos. No es eso nuestra fe.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Y es que Jesús el galileo es la verdad de Dios expresada en lenguaje humano. No nos perdamos en filosofías y en concilios. La teología puede ser pedantería si no es Jesús el galileo.

Luis Alemán Mur