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8 JUNIO. PENTECOSTÉS

Juan 20,19-23

el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

El día primero de la semana. En el devenir de los tiempos de Dios Padre, hoy se abre una última etapa. La Era del Espíritu. Es el primer día de esa Era. El evangelista Juan y los miembros de su Comunidad son conscientes de los tiempos de Dios. Han llegado a comprender la importancia de la llegada del Espíritu Santo. A Juan siempre se le representó como un Águila. Esa ave capaz de volar por encima del espacio y el tiempo para descubrir el Espacio y los Tiempos de Dios. “Hágase la luz” “El Verbo se hizo carne” “Recibid el Espíritu Santo” Los tres grandes hitos de la Creación.

Estaban los discípulos
en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Los discípulos no llegaron a comprender la historia ni los momentos que protagonizaban ellos mismos. Llenos de miedo atrancaban las puertas como forma de huir de la historia. ¡Menuda tropa encargada de difundir el Evangelio por el mundo!

«Paz a vosotros.»
dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos. Exhaló. Como si volviéramos a la primera página del Génesis. Como si fueran muñecos de barro. Como si no tuvieran vida. Como si su vida fuera sólo el miedo. Como si no supieran vivir en el mundo y hubieran decidido pudrirse como perseguidos. “Paz a vosotros”. Ya está Dios por medio. Lo que va a ocurrir será obra de Dios.

“Recibid el Espíritu Santo” Tan importante como el Evangelio es la venida del Espíritu Santo. Vivimos en la Era del Espíritu. Sin el Espíritu Santo no sería comprensible la permanencia del Evangelio ni de las comunidades de creyentes ni la historia de cada uno de nosotros. No solo hoy día de Pentecostés, sino diariamente, al menos los domingos, es necesario oír en nuestra conciencia su aliento.

“A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”. El pecado: la supresión de la vida. Ese sistema injusto organizado por los hombres que impide la realización del proyecto del Creador. Los pecados: las injusticias que nacen engendradas por el sistema de los hombres y se multiplican como culebras y matan al hombre.

Luis Alemán Mur