“¿Cómo has sido capaz, hombre, de este horror, qué te ha hecho caer tan bajo?”

El Papa pide disculpas, en nombre de la Humanidad, por la “monstruosidad” del Holocausto

“¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha convencido de que eres Dios?”

El Papa bes alas manos de un superviviente del Holocausto

José M. Vidal/Jesús Bastante enviado especial a Tierra Santa.-

 

“¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado? ¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal? ¿Quién te ha convencido de que eres dios? No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios”. Francisco oró, triste, en silencio, durante varios minutos, en Yad Vashem, el memorial del Holocausto, un símbolo de la “monstruosidad” humana, por la que pidió perdón en nombre de todos.

 

Emotiva visita al Yad Vashem del PapaFrancisco. Con cantos y saludos del Santo Padre a algunos de los supervivientes del Holocausto. Le cuentan sus historias personales al Papa, que se emociona y les besa las manos uno a uno. Como si besase la carne de Cristo. Y pregunta al mundo “¿cómo ha sido capaz de esta monstruosidad?”, para pedir a Dios que nos de la gracia de “avergonzarnos de esta máxima idolatría”.

 

Tras una breve ofrenda floral en el Monte Herzl al fundador del sionismo -una acción criticada desde el mundo árabe-, Francisco se dirigió hasta el memorial de Yad Vashem, donde rindió homenaje a las víctimas del Holocausto nazi.

Fue un encuentro sobrio, serio, en el que estuvo en todo momento acompañado por el presidente de Israel, Simon Peres, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu, en el que se hizo memoria de todos los horrores de la guerra y la deshumanización de algunos locos. Seis millones de judíos perecieron durante el Holocausto. Muchos siguen haciéndolo víctimas de la incomprensión y el totalitarismo, de la persecución y otras formas de antisemitismo y racismo en todo el mundo. También en la tierra que vio nacer a Jesús. Y en otros lugares, como Ucrania, cuyo dolor se recordó en el encuentro en Yad Vashem.

 


 

También fue un homenaje, en forma de velas encendidas, a los Justos entre las Naciones, los que pusieron su granito de arena para salvar millones de vidas de la barbarie. Francisco depositó una corona de flores en el suelo, junto al fuego, y oró en silencio durante unos instantes.

 

Después, se encontró con seis supervivientes de los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau o Manthaussen, a los que besó las manos y con quienes compartió breves pero emocionadas palabras.