Introducción de FE CANSADA.

¿No es hora de que todas las naciones rechacen cualquier relación con naciones que practican como norma las barbaridades contra los humanos?

Se trata de la defensa del hombre, no de la defensa de ninguna fe religiosa de los hombres

Un iraní condenado a la amputación por robar demanda a la República Islámica

Pilar Cebrián. El Cairo

Hace 17 años, Reza Safari fue acusado de robo. El tribunal de la ciudad de Arak que declaró su culpabilidad le condenó a la amputación de sus dedos de la mano derecha. Ahora, este iraní de 43 años se ha convertido en el primer ciudadano que demanda a la República Islámica por aplicar la ‘Sharia’ (la ley islámica) en las cárceles. Y por haberle “convertido en un hombre discapacitado” para el resto de su vida.

“Aquel día permanece en mi memoria”, cuenta Reza en una carta publicada este martes. “Había varios guardas controlando las amputaciones en el patio carcelario. Me cortaron los dedos con una sierra eléctrica, recuerdo todavía que había sangre en la hoja”, rememora. Según explica este hombre, a los condenados se les mutila sin anestesia, “de modo que sirvan de ejemplo para el resto de presos”. Cuando, tras el castigo, Reza volvió a su celda, incluso el doctor de la prisión quedó impactado. “Recuerdo que se enfadó con los guardas por el modo en el que me había amputado los dedos”, dice.

Reza fue acusado de robo y condenado a la amputación de sus dedos de la mano derecha. Ahora, se ha convertido en el primer ciudadano que demanda a la República Islámica por aplicar la Sharia

Este ciudadano iraní, oriundo de la ciudad de Arak, ha pasado un total de 17 años de su vida en prisión por diferentes robos. Su defensa siempre ha sido la misma: una situación de extrema pobreza le llevó a robar para poder alimentar a su familia. Asegura que, durante su primer juicio por hurto, cuando el Tribunal Sección 4 de Arak le comunicó la sentencia pensó que “era una broma, que el juez quería asustarme”.

Pasó cinco años entre rejas antes de ser puesto en libertad. Tuvo entonces que aprender a vivir como un discapacitado, a acostumbrarse a que “todo el mundo me mirase”. Pasó seis meses buscando empleo, pero su mano incapacitada le impedía desarrollar la mayoría de los trabajos. “La carencia de ingresos y de empleo, mi situación económica, me llevaron a robar de nuevo”, cuenta Reza. Un año después de salir de la cárcel, la Policía iraní volvió a arrestarle. Le condenaron a una nueva amputación, esta vez, de los dedos de su pie izquierdo.

Ahora, Reza, que todavía cumple pena en la prisión de Karaj, ha decidido demandar al régimen de la República Islámica. A través de una activista defensora de los derechos humanos en Irán, Mitra Pvrshjry, hija de un conocido bloguero que cumple pena en prisión, este hombre ha presentado una demanda contra “el sistema judicial de la República Islámica y las autoridades del país por llevar a cabo mi amputación”, se puede leer en la carta.

Reza Safari muestra las amputaciones.

“Demando a las autoridades del régimen islámico”, consta en el documento, “y a su sistema judicial por haberme convertido en un hombre discapacitado y por todas mis pérdidas materiales y mentales”. Hasta la fecha, nadie ha denunciado al régimen islámico ni a los mulás como ha hecho Reza por su doble amputación. “Solicito a los juristas, abogados y activistas pro-derechos humanos, así como a las organizaciones pertinentes, que me ayuden a redimir mis derechos en la manera que puedan”. Reza denuncia también la ausencia de un abogado que defienda su caso, así como de los impedimentos y trabas para recibir visitas de familiares.

La amputación en el Código Penal islámico

La amputación es una forma de castigo impuesta en Irán desde la instauración de la República Islámica en 1979. El código penal, regulado según la ‘Sharia’ o ley Islámica, aplica la amputación para castigar los delitos de robo, a pesar de que la comunidad internacional ha pedido una revisión de las leyes que regulan este tipo de prácticas. Según el código penal islámico “el castigo por robo es: En la primera ocasión, la amputación de cuatro dedos de la mano derecha del ladrón sin cortar la palma de la mano. La segunda vez, la amputación de los dedos del pie izquierdo de manera que quede la mitad de la planta. La tercera vez, el castigo será cadena perpetua. La cuarta, la ejecución, incluso si el robo se ha cometido en prisión”.

A principios del año pasado, la agencia estatal del país, ISNA, hizo públicas unas fotografías en las que mostraba lo que parecía ser un nuevo aparato eléctrico para realizar amputaciones. En ellas, puede verse al criminal, con los ojos completamente vendados y custodiado por dos verdugos con la cabeza cubierta. El sentenciado es colocado frente a la máquina que va a seccionar su mano, después de haber sido juzgado por un tribunal de Shiraz por haber cometido adulterio y varios hurtos.

“Una nueva forma de atemorizar a la población”

Los activistas iraníes defensores de los derechos humanos interpretaron estas fotografías como “una nueva forma de atemorizar a la población y evitar cualquier tipo de protestas”, según declaró Mahmoud Amiry Moghaddam, el portavoz de Derecho Humanos en Irán (Iran Human Rights).

Hasta la fecha, nadie había demandado al régimen islámico ni a los mulás como lo ha hecho Reza por su doble amputación. Denuncia también la ausencia de un abogado que defienda su caso

Irán es uno de los países que más delitos comete contra los derechos humanos. El último informe sobre la situación en el país, publicado en marzo de 2014 por el informador sobre los derechos humanos en Irán para Naciones Unidas, el doctor Ahmad Shaheed, es especialmente crítico contra este tipo de penas. Y destaca “el uso de castigos crueles, inhumanos y degradantes como la flagelación, el ahorcamiento, la lapidación y la amputación”, así como que sean “legales las ejecuciones de jóvenes y se siga permitiendo la pena capital, en particular por ofensas que no son consideradas crímenes serios en el derecho internacional”.

Efectivamente, el código penal iraní contempla un total de 131delitos castigados con la pena de muerte, como la homosexualidad, el adulterio o crímenes relacionados con la droga, así como ofensas a la República Islámica, como apostasía, “ser enemigo de dios”, o una amenaza para la seguridad nacional. A pesar de la fuerte presión de los grupos de derechos humanos y la comunidad internacional por revisar este tipo de leyes, el número de ejecutados en el país ha aumentado desde que el presidente Hasan Rohaní alcanzó la presidencia. Se calcula que, según el Comité Internacional contra la Ejecución, (ICAE), desde junio de 2013, más de 600 personas han muerto en ejecuciones realizadas por el régimen.