EL AUTOBÚS
“no haces mal a nadie”

Esto es un autobús articulado que viaja por una carretera con curvas entre barrancos a derecha e izquierda. Viaja abarrotado. Con gentes colgadas de los estribos. Algunos cantan, otros lloran. Unos nacen, otros se mueren. El conductor no para nunca.

Los ladrones, los pederastas, los violadores, los asesinos desarrollan su actividad entremezclados con el pasaje calificado de normal. Los que por empujones caen al suelo, no pueden levantarse y allí quedan pisoteados en la sucia y vieja moqueta.

Los viajeros son ateos y creyentes, pero a todos les resulta muy difícil saber qué es moralmente bueno y qué moralmente malo. Como resulta difícil saber quién es amigo, quien está podrido, quién miente.

Cada vez es más difícil conocer si alguien lleva en su mochila la verdad de algo. Verdaderamente este viaje está resultando una locura.

De pronto una mujer consigue enviar un whatsapp a una especie de Torre de Control.

¿Respondió el Papa Francisco a Jaquelina? Y si así fue, ¿le dio permiso para comulgar en el autobús, pese a estar casada con un divorciado? Las reacciones a la noticia, confirmada por el marido de esta argentina, no se han hecho esperar. Y han obligado a que desde la Torre de control alguien saliera a la palestra con una breve nota que, más que aclarar, causa más confusión.

Parece que el papa Francisco, que cuando hace un año se bajó del autobús se llevó los zapatos puestos, le respondió: “Puedes comulgar, no haces mal a nadie”

He ahí la gran respuesta para este loco autobús: “no hacer daño a nadie“.

Por favor que no cambie sus zapatos por mocasines rojos.

Luis Alemán