Dos discípulos de Jesús iban a una aldea llamada Emaús.
Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Dos discípulos de Jesús
iban andando a una aldea llamada Emaús. Lucas pone a dos que se quitan de en medio. Uno sólo no es suficiente para probar nada. Lucas acostumbra a utilizar la pareja porque conoce el mundo jurídico. No iban al Templo. Huían sin fe, hundidos por el fracaso de Jesús.

Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Como los ciegos a los que Jesús abrió los ojos. Por lo visto la fe es descubrir a Jesús caminando en nuestra historia. Podrías repetir de memoria el catecismo de dogmas cristianos, pero si no descubres a Jesús que camina a tu lado, no tienes fe. Porque la fe es una luz añadida. Se puede ser inteligente o normal, pero ciego.

«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» ¿Acaso somos nosotros también los únicos entre creyentes que no descubrimos la presencia de Dios en este ajetreado vivir? Puede que a muchos viejos santos les sea difícil descubrir al de Nazaret junto a ellos. No llevemos una foto de Jesús en la cartera. Puede que él sea muy distinto a la imagen que llevamos.

Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída. Esta petición se ha hecho canción, ha servido para orar muchas horas. No debería quedar para ser repetida sólo en monasterios.

Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. La eucaristía es mucho más sencilla que una misa nuestra. No es un “sacrificio” con sabor a lo pagano. No es ceremonia de ritos. Es una mesa del pan, una bendición a Dios Padre, un recuerdo de Jesús y un reparto entre los comensales.

“Pero él desapareció”. Es el tiempo de la fe. A nosotros nos ha tocado vivir en la Era de la Fe.

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Si tienes fe, no te avergüences de ella. Tampoco presumas. Comprende a los que no tienen fe.

Luis Alemán Mur.